1976 - 24 de marzo – 2021

A 45 años del Golpe Genocida, no basta con la Memoria

LUCHAR POR EL SOCIALISMO, COMO LO HICIERON LOS 30MIL

 

 

Se cumplen 45 años del más sangriento Golpe cívico-militar-eclesiástico de nuestra historia, y se hace necesario un repaso descarnado desde la perspectiva histórica que nos da la realidad actual. No sólo para analizarla, sino para señalar con claridad a los responsables del saqueo al que fue sometido nuestro pueblo en estas cuatro décadas y media, y para emprender la monumental tarea de cambiarla de manera revolucionaria.

 

Hasta el 24 de marzo de 1976, aún en el marco del sistema de explotación capitalista instaurado en nuestro país, la clase obrera estaba en ascenso en la lucha de clases por el poder contra la burguesía y la oligarquía locales, para construir otro tipo de sociedad. Las luchas de los trabajadores desde principios de siglo 20, con la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde como hitos más trascendentes; las reivindicaciones a los asalariados del primer peronismo; la resistencia peronista después del Golpe del 55; el Cordobazo, el Rosariazo, el Choconazo o el Viborazo como expresiones de la agudización de la lucha en las calles que se transformó en guerra de clases con la irrupción de las organizaciones armadas del pueblo como Taco Ralo, FAP, FAR, Montoneros y el PRT-ERP, llenaron de pánico a las clases dominantes locales al punto de temer por la continuidad del sistema que protege sus ganancias y sus privilegios, el sistema capitalista democrático burgués.

 

Todos los golpes militares anteriores fueron consecuencia de contradicciones entre las clases dominantes del país, en su lucha para imponer un determinado modelo de producción. En cambio, el Golpe Genocida se produjo para cortar de plano el ascenso obrero y destruir sus organizaciones políticas y armadas.

 

De esta forma, oligarquía, burguesía nacional, la iglesia, la incipiente patria financiera nacida del Rodrigazo del tercer gobierno peronista, asesorados y financiados por el imperialismo con los yanquis a la cabeza, abrieron las puertas de los cuarteles para que las bestias uniformadas cumplieran la tarea de exterminio para asegurar el sistema, las ganancias de los monopolios y una nueva forma de sojuzgamiento para las mayorías populares: el endeudamiento externo.

 

Nos han vendido la caída de la Dictadura en el 83 como una derrota de los militares, pero en realidad tuvieron éxito en la tarea que les encomendaron: la vuelta de la “democracia” se vio enmarcada en el triunfo del paraíso privatizador, la condena a lo estatal, el fomento del individualismo y del sálvese quien pueda, para pagar una deuda fraguada por el poder económico en detrimento del pueblo trabajador. Desde entonces, la estatización de la deuda adquirida por los monopolios en el sistema financiero globalizado, fue política de Estado cumplida a rajatabla por cada uno de los administradores de La Casa Rosada, para hacérsela pagar a las masas asalariadas.

Las cúpulas militares fueron juzgadas y sentenciadas, pero sus mentores, los que se beneficiaron con su accionar, los dueños del poder económico, siguen impunes.

 

Lo que nos han presentado como una catástrofe debido a pésimas políticas de todos los gobiernos del 83 hasta el presente –el derrumbe de la calidad de vida de las mayorías asalariadas-, fueron en realidad lineamientos sesudamente pensados por el poder económico para concentrar la riqueza cada vez en menos manos.

 

La Argentina tenía a mediados de los ‘70 una desocupación que rondaba el 3% y un nivel de pobreza del 5%. El poder adquisitivo de los asalariados les permitía aspirar no sólo a una vida menos angustiosa que la actual, sino a adquirir su propio terreno y su vivienda.

 

Hoy en día, 45 años después, cualquier análisis serio nos ubica en el 50% de pobreza, el 11% de desocupación, con una precariedad laboral del 40%. El déficit habitacional es de unos 4 millones, mientras unos pocos se reparten cientos de miles de hectáreas. El sueño de una vivienda digna se ha transformado en pesadilla.

 

El promedio salarial hoy es la mitad de la canasta familiar según cifras oficiales del Indec. El 80% de los trabajadores gana por debajo de la línea de pobreza y la jubilación mínima –que cobra el 70% de los jubilados- apenas llega a la de la indigencia.

 

45 años después del golpe militar, a casi 38 años del regreso de esta democracia de mentira, la consigna alfonsinista de que con ella “se come, se cura y se educa” ha demostrado ser una falacia. La democracia no es más que papel pintado para la mayoría del pueblo asalariado y desocupado.

 

Es hora de decir BASTA a todo este verdadero saqueo a la clase trabajadora por parte de los dueños del poder económico. La debacle en la calidad de vida de la mayoría de los habitantes de este país no tiene que ver con el color político del partido que gobierne, sino con el sistema mismo. A la hora de trasladar riqueza de los sectores del trabajo a los del capital, son lo mismo peronistas, macristas, radicales, conservadores o militares. Todos, sin excepción, gobernaron para el Gran Capital.

 

El gobierno de los Fernandez es un claro ejemplo de ello. Ungido por una no tan holgada mayoría de un pueblo que los votó para hacer todo lo contrario de lo que había desarrollado el nefasto macrismo, en los hechos se ha constituido en su patética continuidad.

 

La deuda que iba a ser investigada por ser a todas luces fraudulenta, está siendo negociada con el Fondo para ser pagada con el sacrificio del pueblo trabajador.

Las estafas monumentales de las grandes corporaciones se mantienen impunes, como lo ha demostrado la prepoteada y posterior recule sobre Vicentín.

El impuesto que en realidad es “contribución por única vez” a las grandes riquezas se ha transformado en un bochorno incobrable, pues los grandes burgueses y oligarcas se niegan a pagarlo, demostrando quiénes son los dueños del poder en el país.

Con la excusa de la pandemia, los Fernández dejaron a los trabajadores a merced de la voluntad empresarial: como resultado, se perdieron 4 millones de puestos de trabajo, se suspendió sin miramientos y se redujeron los salarios entre el 25% y el 50% en acuerdos entre gobierno, empresarios y la burocracia de la CGT. Los derechos laborales fueron pisoteados como nunca en periodos de democracia.

Los empresarios tuvieron rienda suelta para acaparar, exportar y subir los precios a su antojo. La inflación incontrolable no mereció demasiada preocupación concreta de la administración peronista, que contribuyó aumentando los combustibles varias veces por mes.

La crisis habitacional que produjo tomas de tierras en todo el territorio nacional, tuvo como respuesta la más salvaje represión por parte del FDT, como quedó tan claro en Guernica.

A todo ese desastre se le suman las vacunaciones vip que se llevaron puesto a Ginés García y transformaron al financiado por la Fundación Ford, Horacio Vertbisky, en un traidor a los “nacionales y populares”; tan nacionales y tan populares que entregan a los monopolios la soberanía sobre la Hidrovía del Litoral y el Río de la Plata con el decreto 949, a la altura del menemato. Los incendios descontrolados en la comarca andina del norte de Chubut, sin dudas provocados por el poder económico que está detrás de la explotación minera e inmobiliaria, fomentados por Arcioni pero también –y fundamentalmente- por el gobierno nacional.

En ese marco, no es de extrañar el malhumor social que ha producido protestas en todo el país, con picos en la Formosa y el Chubut de los pejotistas gobernadores Gildo Insfrán y Mariano Arcioni.

Todas políticas que demuestran a qué intereses beneficia el oficialismo.

 

El gobierno del FDT se ha transformado en la pesadilla de la mayoría del pueblo trabajador.

Y es que el peronismo que surgió de las luchas intestinas de los 70 entre la derecha fascista y la izquierda montonera, es el que resultó del triunfo de los fundadores de la Triple A, con Perón a la cabeza. Es el peronismo de Isabel, Lopez Rega, el de Menem, el de Duhalde, Néstor, Cristina y Alberto. Es este engendro que le hace los deberes al imperialismo y a sus socios locales.

Ninguna esperanza se puede depositar en él.

 

45 años después, sigue pendiente la tarea de emancipación de nuestro pueblo.

Hay que construir entonces la herramienta para la liberación de nuestra clase.

Hay que volver a levantar las antiguas banderas revolucionarias que señalan que otro mundo es posible. Otra sociedad, una donde no exista la explotación de ningún ser humano por parte de otro. Hay que volver a levantar las banderas de la Revolución y el Socialismo, esas mismas que blandían con orgullo nuestros 30MIL.

 

El mejor homenaje que podemos hacerles es no sólo sostener la Memoria de sus imágenes, sino del contenido y objetivo de su lucha.

 

Es por eso que hoy decimos a viva voz que para ser dignos herederos de su gesta, debemos seguir por la senda que ellos y ellas nos marcaron.

Y que nuestra victoria será la suya: EL SOCIALISMO

 

 

NO OLVIDAMOS, NO PERDONAMOS, NO NOS RECONCILIAMOS

 

CASTIGO A TODOS LOS RESPONSABLES, MILITARES, CIVILES Y ECLESIÁSTICOS, DEL PROCESO GENOCIDA

 

NO AL PAGO DE LA DEUDA

 

NO AL PACTO SOCIAL CON LOS EXPLOTADORES

 

RUPTURA CON EL FMI Y TODO EL SISTEMA FINANCIERO IMPERIALISTA

 

ESTATIZACIÓN DE LA BANCA Y EL COMERIO EXTERIOR

 

ESTATIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN MINERA E HIDROCARBURÍFERA

 

REESTATIZACIÓN DE LAS EMPRESAS PRIVATIZADAS BAJO CONTROL OBRERO

 

SOCIALIZACIÓN DE LA TIERRA. FIN DEL LATIFUNDIO

 

 

 

PARTIDO COMUNISTA DE LOS TRABAJADORES

 

 

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