Argentina: dos capitalismos

por Hugo Azcurra

La ironía de la historia universal lo pone todo patas para arriba… Los partidos del orden, como ellos se llaman, se van a pique con la legalidad creada por ellos mismos. Exclaman desesperados, con Odilon Barrot: La legalité nous tue, la legalidad nos mata…”

Federico Engels (Prólogo “Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850)

 

Tres novedades llamativas han dejado, entre otras cosas, las elecciones primarias del 11 de agosto pasado. 1) la desvirtuación de las PASO, 2) cuál es el fondo socio-económico de la confrontación política, y 3) Desplazamiento político “representacional” del peronismo.  

1) Las elecciones primarias.

Las elecciones primarias en Argentina están muy lejos de reflejar la solución de los diversos  agrupamientos o corrientes en la vida interna de los partidos políticos que se disputan la conducción y finalmente la representación final en las elecciones presidenciales. En estas elecciones no había disputa alguna; todos los partidos se presentaron con un único candidato, lo cual hacía innecesario ir a elecciones porque ya estaba “elegido” el candidato presidencial. Es por esto que estas primarias han oficiado de virtual elección presidencial, mucho más que un supuesto “plebiscito” como se ha dicho aunque tampoco es errada esta caracterización. Ya hay en proceso de redacción por parte de algunos diputados la redacción de un proyecto de ley para eliminar tal tipo de elección cuando no existe nada que dirimir en los partidos, o bien reducirlas a los partidos que tengan irresueltas sus discrepancias internas.  

2) La confrontación política y su fondo socio-económico.

La confrontación política en argentina no es otra cosa sino  expresión de una oposición económica entre dos modalidades de capitalismo que viene arrastrándose desde hace más de 70 años en la sociedad argentina cuando el Peronismo fuera gobierno entre 1946-1955 hecho que inició lo que bien podría denominarse camino de un capitalismo tortuoso,  determinando la aparición de situaciones socio-políticas “pendulares” en lo democrático-institucional. Veamos brevemente como es esto.

La economía argentina está completamente dominada por los grandes holdings extranjeros: a) sector externo cinco exportadores; b) industria automovilística: todas fábricas extranjeras; c) producción agraria: pool de siembra y cosecha de pocas firmas, todas extranjeras; d) petróleo: exploración, explotación y distribución en manos de empresas privadas en su mayoría extranjera; YPF tiene figura jurídica de empresa privada con mayoría accionaria del Estado y no tiene capacidad para fijar reglas internas del negocio; e) los grandes Molinos todos extranjeros; f) Banca: el negocio está repartido entre bancos estatales (Nación, Provincia, Ciudad de Baires) y privados, siendo estos mayoritarios en el suministro y manejo del crédito interno; f) Construcción: mayoría de empresas constructoras extranjeras que extorsionan y obtienen la mayor parte de las obras públicas en licitaciones amañadas. En este rubro está la empresa de la Flia. Macri. g) Acero, en manos de Techint; h) golosinas, chocolates, y alimentos: Arcor.  Estas empresas radicadas en Argentina son inversiones “en el exterior” de las corporaciones financieras-rentísticas y aquellas que no lo son como Techint y Arcor, manifiestan una conducta capitalista exactamente igual que si fueran extranjeras: aspiran ganancias en el mercado interior y las impelen hacia el exterior, hacia las matrices de tales corporaciones.

El resto de la producción de las diferentes ramas, sobre todo para el abastecimiento de los bienes de consumo masivo queda en manos de las Pymes (Tambos, textiles, panificación, yerba, bebidas, etc.) que han adquirido una gran expansión de sus negocios quedando en conflicto constante con los grandes capitales de venta inmediata y directa al consumidor: los super e hipermercados: Carrefour (francés); Wal-Mart (EE.UU.); Jumbo (chileno); Coto (argentino), con algunas cadenas menores del interior del país. Esta clase social queda asfixiada por los holdings extranjeros por un extremo y por el otro  por las cadenas monopólicas de venta al consumidor final. Su poder económico y empresarial es significativamente menor en el mercado interno, pero con todo constituye una fuente de oposición y resistencia socio-político que tiene décadas de existencia en Argentina como la expresión de la “democracia”, lo “popular” y lo “nacional”, cuya historia más destacada es el Peronismo 1945-1955.

Esta es la base capitalista del conflicto que opone en la superestructura política la derecha reaccionaria (golpes militares (1930: 1955; 1966); terrorismo de Estado 1976-83; Menem; de la Rua y ahora Macri) versus  los movimientos políticos reformistas, distribucionistas (hoy “progresistas” o “inclusivistas”) como la expresión de la “democracia”, lo “popular” y lo “nacional”, cuya historia más destacada es sin dudas el Peronismo 1946-1955 representando los intereses de los trabajadores como la “columna vertebral” del Justicialismo y punto de apoyo central de la Comunidad Organizada (Perón), prolongada hasta hoy.

Pues bien, si bien se mira la actualidad regional (A.L.), kirchnerismo, Lula, Correa, AMLO,  constituyen movimientos políticos que también expresan las necesidades e intereses de los respectivos capitales “nacionales” los que, en general,  han llegado a ciertos niveles de desarrollo industrial-comercial, a pesar de los enormes esfuerzos del FMI y el BM de controlar e impedir tal proceso, que no pueden ni deben ser menospreciados ni desechados, sobre todo después de la segunda post-guerra como ha sido dicho, puesto que hacerlo sería quedar ciego ante los conflictos que la sociedad burguesa genera en los distintos puntos de la realidad mundial, con su potencialidad de creación de condiciones  para nuevas transformaciones post-capitalistas, sea por reformas del capital o por revolución contra el capital.

Sin embargo, no significa que el imperio haya perdido influencia y hasta determinante en muchos casos en la economía y en la institucionalidad política de esos países, sino que existe ahora en ellos una base social y económico-política interna que ha adquirido fuerza y de resistencia a los proyectos e influencias del gran capital financiero mundial. Por supuesto que no se trata de procesos anti-capitalistas, de ningún modo, es una confrontación “dentro” del capitalismo, es el resultado de rivalidad competitiva mundial entre países centrales y países periféricos, se trata entonces, de diferentes procesos de madurez del capitalismo: en los primeros, dominantes pero en declinación, y en éstos últimos, con arrestos de expansión del capital interno y de sacudirse las formas más agresivas del sometimiento político e institucional al imperio y sus socios. La confrontación ideológica se da entre un liberalismo financiero-rentístico (capital financiero mundial –holdings–) y un liberalismo industrialista pequeño-burgués (capitalismo local)-, que incluye una relación de fuerzas en la que la administración del Estado como herramienta de tal lucha se ha convertido en crucial. El Estado se ha constituido en un campo de lucha de la sociedad.

Las políticas estatales de estabilización anticíclica y  de “pleno empleo”, fomento del alto consumo, la legalización de los derechos sociales y laborales, las medidas de regulación y control de los mercados, etc.  llevaron el conflicto social entre las clases (lucha de clases) al ámbito mismo de la administración económica, política y jurídica del Estado, en particular post-segunda guerra mundial. Esto nunca había ocurrido antes en la historia de la lucha de clases.  

El Estado fue siempre la herramienta de sojuzgamiento y opresión indisputada de una clase propietaria para con la otra u otras clases trabajadoras. El conflicto oponía a las clases por los cambios y por hacerse del poder del Estado, pero las clases populares estaban “fuera” de la administración del Estado, ahora aquella herramienta le es disputada en su propio seno: la democracia “popular” se opone a la democracia burguesa en el dominio estatal y su poder de intervención en la sociedad, lo cual enfurece a aquella y hace que denigre a tal institución por ella creada cuando sus políticas son dirigidas hacia los pueblos.  ¡Orden y disciplina son la voz del amo financiero-rentista! Status-quo del sistema es el fin imperioso. 

En A.L. las clases “tradicionales” también se encuentran en la misma situación de correlación de fuerzas  socio-política. A la administración del  Estado acceden ahora dirigentes y líderes de las clases pequeño propietarias (pqburguesas) apoyadas en y por los trabajadores asalariados de la producción (asalariados obreros) y de los servicios (asalariados no-obreros,  franja media, la mal llamada “clase media”) mediante la utilización de los actos eleccionarios que antes era el ámbito del fraude y el embuste de los capitalistas junto con terratenientes en el abuso del poder estatal. No hay aquí, aún, un importante y decisivo papel de aquél  Ejército Burocrático de Gestión (EBG) que caracteriza a los países europeos más desarrollados, Japón, Australia, Canadá, los EE.UU. por ejemplo, pero también la lucha de clases ha llegado al ámbito del Estado mismo en estos países, aunque de modo y caracteres diferentes del anterior.

La burguesía rentista-financiera toda, advierte espantada que el sufragio universal, la República democrática, la libertad y la fraternidad de su épico acceso al Poder político en siglos pasados, por la dialéctica de todo proceso, ahora concede el acceso a aquel poder a las clases cuya esclavitud social vino para eternizar: a los trabajadores asalariados, quedando ella presa de las garantías políticas de ese Poder: “Encierra su dominación política en el marco de unas condiciones democráticas que en todo momento son un factor para la victoria de las clases enemigas y ponen en peligro los fundamentos mismos de la sociedad burguesa”, penetrante y genial anticipación de Karl Marx (“Las luchas de clases en Francia”). Sin duda esta burguesía terrorista y criminal actual puede repetir hoy lo mismo que hace más de 170 años decía muerto de miedo, un apóstata de la revolución de 1848 en Francia, Odilon Barrot: “La legalidad nos mata”.     

El Estado interventor ha generado controles, regulaciones, etc. en su afán de “estabilizar” los mercados y el ciclo de los negocios, así como amortiguar el conflicto de clases, y esto es una especie de “corset” intolerable para la burguesía financiera-rentística, por eso  en la actualidad la burguesía financiera reniega de todo control público de sus actividades, aunque sea el de “su”  propio Estado; entonces para eludirlas, primero las viola, segundo las falsea y termina por generar actividades clandestinas, haciendo operaciones fraudulentas, evadiendo impuestos, “dibuja” la contabilidad interna, etc.  ya que los mercados “legales” se han vuelto muy “vulnerables” a las requisitorias, denuncias, regulaciones, etc. del funcionariado y de los organismos del Estado en su conducta habitual, de manera que para escapar de los controles ahora la “ingeniería financiera” de sus creativos CEOs diseñó un nuevo y propio espacio sin que nada ni nadie los fiscalice y/o limite: son los Taxes Heaven, “paraísos fiscales” y las operaciones “offshore”. Es el capitalismo paralelo creado por el propio capitalismo “legal” para huir de sus propias leyes e institucionalidad, saqueando a la sociedad y enriqueciéndose cada día más desvergozadamente e ilícitamente.

El capital ficticio (financiero, especulativo, embaucador, inescrupuloso) como un todo se va transformando en capital clandestino y “delictivo”: manejos turbios, transacciones ilegales, grupos de tahúres y de mafias que se roban entre sí, operaciones ficticias, inversiones y financiación de actividades perversas (drogas, prostitución, armas, tráfico de influencia), todas actividades “fuera de la ley”. El campo de las actividades “legales” va quedando para, ingenuos, tontos y/o capitalistas menores que “creen” en las supuestas “reglas del mercado”, pero también que suelen actuar como “pantallas legales” si los negocios ilícitos lo requirieran.  

Todo lo anterior se completa con otro tipo de “operaciones” aparentemente legales y “progresistas”, pero que en realidad son delictivas y reaccionarias, cuyo fondo es de una importancia mayúscula para el conjunto de la sociedad.  Se trata de los procedimientos y decisiones para establecer  “acuerdos”, “tratados”, “convenios”,  etc.  por parte de los holdings más poderosos del capitalismo imperialista, presentados como Tratados de inversión y cooperación regional, de comercio bi o multilaterales, sistemas de protección de patentes, etc. no siendo otra cosa que estrategias de sometimientos supra-estatales de países y de empresas a los propósitos y objetivos de aquellas corporaciones gigantescas.

No se trata de Acuerdos de libre comercio ni de equidad de intercambios y fines. Esta es una notable consecuencia política que se está desarrollando ante nuestros ojos pero disfrazada de “convenios” y “asociaciones”: la lenta conformación de un poder paralelo pero superior al de los Estados, con reglas comerciales propias, con justicia propia, cuya finalidad es socavar la institucionalidad de la democracia burguesa cuando ésta ya no se somete a sus dictados, negociados e intereses. Paraísos fiscales, Tratados supranacionales, Justicia y reglas paraestatales, llevan pues al capital y su burguesía imperialista a la creación de una nueva situación socio-económico clandestina, de transgresión delictiva y subversiva de sus propias instituciones jurídico-políticas.

Este es el mundo de la sociedad burguesa y del capitalismo financiero-rentístico con el que se encuentran y enfrentan la pqburguesía y la clase de los trabajadores asalariados: nada de libertad, nada de armonía, nada de igualdad, nada de justicia, y sí mucho de tropelías, mucho de desigualdad, mucho de injusticias, y como remate muchísimo de terrorismo y políticas criminales: invasiones, usurpaciones, bombardeos, y negocios de armas por volúmenes billonarios, dejando migajas para salud, educación, vivienda, ciencia al servicio de la población, etc.  

 

 

3) Desplazamiento político “representacional” del peronismo

Es este un aspecto que se ha ido dando en la política argentina, desde el 2003, de modo inadvertido. La tradicional representación de clase del Peronismo en todas sus luchas desde su nacimiento, ha sido la de ser el partido de los trabajadores, del proletariado fabril incluyendo los trabajadores rurales. El propio Perón siempre sostuvo que el fundamento del movimiento por él creado eran los trabajadores y, de manera particular, los trabajadores sindicalizados: sindicatos por ramas y CGT como organismo rector mayor, constituyeron su institucionalización pero al mismo tiempo su poderosa fuerza de clase en la confrontación con el empresariado capitalista local. Empresarios – Sindicatos – Estado, componían el tríptico de las relaciones económica, política y social de una comunidad armónica y organizada. El Estado empresario de aquella época, objetivamente era un “aliado” de los trabajadores y éstos apoyaban a ese Estado por medio de sus sindicatos y la CGT. La burguesía argentina y mundial echaba espumarajos de odio de clase mientras se enriquecía a manos llenas.

Luego del derrocamiento de Perón, el revanchismo capitalista fue vengativo, torturador de dirigentes peronistas (políticos y sindicales) terrorista, proscriptivo y fusilador (en 1956 fusiló al General del Ejército Valle quien se rebeló contra los asesinos  Rojas y Aramburu). El peronismo, pues, siempre mantuvo su tradicional y conocida referencia con la clase “trabajadora” como sinónimo de obrero o proletario. En las lides políticas que signaron décadas en Argentina el peronismo siempre fue sinónimo de obrero sin discusión alguna. En los procesos políticos y electorales su herramienta jurídica era el Partido Justicialista hasta hoy.

Pero la aparición de Néstor Kirchner proyectado a la política nacional como candidato peronista en las elecciones presidenciales del 2003, su presidencia, su política económica y el impacto que ésta significó para una sociedad que había cambiado en su composición de clase, trajo una novedad que se acentuó con la presidencia de los dos mandatos de Cristina Fernández: ambos originados como peronistas, sin embargo, generaron algo distinto (no opuesto): un movimiento político cuya base social se caracterizaría más por la pequeña-mediana burguesía (Pymes) más un nuevo protagonista social y político visualizado en la enorme fracción asalariada no obrera; millones de trabajadores de los “servicios” tales como, comercio, transportes, comunicación, salud, educación, ciencia, etc. tanto privados como estatales.

¿Qué sucedió? Pues lo que es evidente, como ya hemos dicho antes,  en toda sociedad capitalista medianamente desarrollada (mucho más en las desarrolladas): la clase trabajadora se compone de dos grandes fracciones: trabajadores asalariados obreros y trabajadores asalariados no obreros. La primera es la que conservó por más de un siglo la identificación de toda la clase trabajadora. El desarrollo capitalista se extendió a actividades que en décadas anteriores a la segunda guerra mundial prácticamente no existían, pero hoy tales trabajadores en todo el mundo se cuenta por millones y en una magnitud superior a la fracción obrera. Esta fracción asalariada no obrera es determinante de las luchas políticas civiles y electorales. La escisión del trabajo entre manual e intelectual que antes caracterizaban a los trabajadores en el primer caso y a las clases propietarias en el segundo, se movió hacia la propia clase asalariada: fracción fabril y fracción de los servicios (administración, servicios).  

Esta es, pues, la base social mayoritaria del kirchnerismo, ya no el obrero “tradicional” decimonónico en la que se sustentaba el peronismo también tradicional. Por eso no es raro advertir que la dupla Fernández- Fernández se haya mostrado amplia, dialoguista, abierta a “todos”, pero que el Partido Justicialista ni la burguesía sindical peronista (Moyano, Daer, CGT, etc.) tuvieran el papel protagónico en la conformación de la oposición a Macri & Cia. El kircherismo ha cooptado al peronismo y ha pasado a ser su representación en lo democrático y popular. Los propios sindicalistas “peronistas” no terminan de aceptar a rajatabla a F – F, pero es claro que ante Macri prefieren esta fórmula. De “combatir al capital”, aunque  más no fuera formalmente en el discurso, el peronismo ha pasado a “negociar con el capital”, sin estar en condiciones de advertir que toda mejora de su situación es dentro de la economía capitalista, adquiriendo al fin de cuentas, visos de utopía, pero que en cuanto quiere pasar de utopía a realidad la burguesía la considera un crimen subversivo.

Los intereses de clase más profundos habrán de verse en las políticas de la dupla ya en el gobierno. Es muy difícil que sostengan decisiones firmes de autonomía soberana ante el FMI, BM, Bloomberg, Moody´s, Estándars & Poors, etc. y será, también, muy difícil que no pidan a los asalariados (obreros y no obreros) que “moderen” sus expectativas de recuperación salarial, sindical, social, etc. porque “hay que sacar al país del desastre heredado”. No serán políticas “reaccionarias” pero tampoco alcanzarán el nivel de verdaderas “reformas”, que toquen en algo al capital, ya que como decía Chesterton y la historia política lo ha confirmado,  el auténtico reformista es quien no reforma nada.

La terca creencia en que bajo el capitalismo toda la sociedad trabajadora asalariada mejore su calidad de vida y aumente siempre su bienestar, elimine la pobreza, suprima el desempleo, asegure estabilidad económica y garantice justicia e igualdad sociales,  es una verdadera quimera; carece de sustentación en la realidad de ese mismo capitalismo que, sin embargo no pone en tela de juicio la existencia de una minúscula cantidad de rentistas, holgazanes, ociosos, haraganes, grandes dilapidadores de la riqueza social generada por la sociedad y acaparada por ella sin que provoque indignación y escándalo. Es demasiado lo que la sociedad debe soportar de estos propietarios alérgicos a la actividad productiva del trabajo pero completamente drogados y enviciados en sus privilegios, que son una rémora y se oponen a toda distribución social de lo socialmente generado. En la orden de la historia está el que se debe acabar con esta lacra malsana por cualquier medio.  

Fernando Hugo Azcurra

Agosto 16 de 2019