LA SITUACIÓN ECONÓMICA, EL GOBIERNO Y LA DERECHA

 

La actual administración gubernamental se encuentra en este período post-rebelón de las burguesías agrarias ante serios problemas de carácter económico y social que, a juzgar por las decisiones tomadas no parecen que vayan a ser encaradas con rapidez, decisión y firmeza.  Demora enfrentar uno de esos problemas que son de enorme importancia para la población y la producción: el proceso inflacionario, a los que le siguen, la pérdida de competitividad del tipo de cambio como incentivador de las exportaciones, en particular  las industriales; el descenso del nivel del salario real de los trabajadores y el nuevo incremento de la tasa de desempleo y niveles de pobreza e indigencia de la población de más bajos ingresos. La rebelión y el triunfo de las burguesías agrarias, tácitamente apoyadas por el silencio y reticencia de la burguesía industrial interna, con más el poder de las corporaciones empresarias gráficas y radiotelevisivas, han dado aires de veto real a las medidas cotidianas que toma el gobierno, y se muestran como un virtual cogobierno desde el exterior del poder ejecutivo, permitiéndose todo tipo de censura, amenazas y chantajes.

 

Es esta una doble situación de enorme gravedad política y social para el futuro inmediato en el país. ¿Qué hacer y cómo retomar la iniciativa perdida y hacer retroceder este gran avance de la derecha neoliberal? Este es el gran interrogante y dilema del gobierno kirchnerista. Vuelven a rondar los fantasmas de una recuperación del cavallismo, el FMI y el imperialismo financiero, corroyendo la base de legitimidad política, económica e institucional como parte de una ofensiva primero de debilitamiento, luego de condicionamiento (momento actual) para acceder luego al cambio de las reglas de juego y finalmente cambiar al gobierno, sea por medio electorales y en última instancia, si la situación socio-económica se acelera en su deterioro, por medio de un golpe destituyente, cosa ésta última que sería el plan de máxima para nada disparatado ya que toda la actuación de la oposición se respalda en la derecha peronista y la financiación del pentágono de USA.

 

Para desbaratar semejante madeja de deterioro, impopularidad, incompetencia y desmanejo, sólo podría comenzar a ser resuelto si luego del triunfo de la rebelión empresarial agraria, el gobierno adoptara sin sombras de dudas una política que se vertebrara en la población trabajadora y en los sectores más humildes, arremetiendo contra los intereses de la coalición opositora derechista, con medidas que afectaran al comercio exterior –nacionalización del mismo-; blanqueo inmediato de los peones rurales, con encarcelamiento de empresas y patrones que los han esclavizado hasta hoy; imposición a la renta financiera sin más trámites ni dilaciones; recuperación de empresas privatizadas; etc. y en lo que hace a la política económica inmediata: mantener el ritmo de crecimiento económico basado en el consumo y alto salario real; acordar controlar a los formadores de precios como son las grandes empresas que monopolizan la intermediación interna y el comercio exterior; mantener un tipo de cambio que permita la inversión y exportaciones industriales con una firme política de protección del mercado interno regulando e influyendo sobre los bienes de importación. En definitiva una política que vire más hacia lo popular –¡ni hablar de izquierda!- que aún llevándolo a cabo no dejaría de significar un paso hacia delante del nacionalismo burgués, sólo que esto alejaría un tipo de desarrollo del capital a cargo y en manos del capital financiero externo y las burguesías agrarias internas, por otro menos retrógrado, que en términos de empleo, inversión, crecimiento, y salarios tomaría un sesgo favorable a las clases internas del país. ¿Hará siquiera esto la actual administración?    

Hay que descreer de ello. La improvisación y los parches conducen, finalmente, a que sin quererlo se vaya volcando hacia mecanismos de enfriamiento del crecimiento, contención de los reclamos salariales, aumento de las importaciones y una creciente debilidad en el frente fiscal, soportando arremetidas de los mercados financieros. Y difícilmente podría ser de otra manera, al no tratarse de un gobierno nacional-popular, mal podría esperarse algo por el estilo, de allí pues que ante el embate de la derecha interna y externa la único que parece quedar es apostar a la movilización de la población trabajadora para plantear, defender y difundir al pueblo todo que al país le van quedando pocas opciones y que de ellas no es por la derecha en dónde encontrará salida. Las instituciones y agrupaciones partidarias, las organizaciones no gubernamentales, los movimientos locales, las comisiones internas sindicales, etc. tienen la obligación de salir al cruce masivamente para desarrollar un actividad social y política de oposición y freno de la derecha y sin pérdida de tiempo ya ir construyendo una alternativa que supere la dicotomía entre la derecha gorila-financiera y el esquelético nacionalismo burgués actual. 

                                                                           F.H.Azcurra

    

                           

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