El Golpe de Estado en Bolivia

LA VUELTA DE LAS BOTAS Y LOS YANKIS AL “PATIO TRASERO”

 

El Golpe en Bolivia está consumado. Las botas han vuelto a salir a la calle en Nuestramérica para voltear un gobierno elegido por el voto popular y hacerse cargo, de facto, de las riendas del Estado. Eso más allá de que terminen convocando a la Asamblea Legislativa para abrir un nuevo proceso eleccionario que unja una nueva administración: serán las fuerzas armadas las garantes de ello y los custodios del nuevo rumbo que no será precisamente a favor de las mayorías populares.

 

Está clarita la injerencia imperialista en todo este proceso lamentable. Los hechos se fueron sucediendo como piezas movidas de un plan perfectamente elaborado, y esa elaboración fue indudablemente foránea. Yanki, para más precisiones. Ahí está para confirmarlo la declaración de Trump, que despeja cualquier tipo de duda:

 

"La dimisión ayer del presidente de Bolivia, Evo Morales, es un momento importante para la democracia en el Hemisferio Occidental. Tras casi 14 años y tras su reciente intento de saltarse la Constitución boliviana y la voluntad del pueblo, la salida de Morales preserva la democracia y abre el camino para que el pueblo boliviano haga que se escuche su voz. Estados Unidos aplaude al pueblo boliviano por exigir libertad y al Ejército boliviano por cumplir con su juramento de proteger no sólo a una persona, sino la Constitución de Bolivia. Estos eventos mandan una fuerte señal a los regímenes ilegítimos de Venezuela y Nicaragua de que la democracia y la voluntad del pueblo siempre van a prevalecer. Ahora estamos un paso más cerca de un Hemisferio Occidental completamente democrático, próspero y libre"

 

El águila amenaza nuevamente con transformarse en Cóndor.

 

¿A qué le llama la bestia que ejerce la presidencia de Estados Unidos, “el pueblo boliviano”? Porque viene bien recordar que el gobierno depuesto fue votado por el 47% de la población, a más de 10 puntos del segundo, Mesa –otro golpista- que cosechó el 37%. Es evidente que no a la mayoría, mucho menos si esta es colla o aymará.

 

Así termina la puesta en escena que tuvo su origen con la intervención de la “oficina yanqui para la Región”, la OEA, el 20 de octubre pasado, cuando este instrumento imperial se entrometió en el Altiplano para cuestionar el proceso electoral que dio ganador a Evo Morales, mientras hacía la vista gorda ante el estallido social chileno y la consecuente represión salvaje –con asesinados, torturados, vejaciones a mujeres y hombres, y todo tipo de violaciones a los derechos humanos-, del Chile mimado por el imperialismo y gobernado por el cipayo Piñera. En complicidad, las posturas que asumieron tanto la Policía como las FFAA fueron “armoniosas y confluyentes”: se fueron llevando unos a otros de la mano hacia el control del Estado y la instauración de facto del Estado de Sitio.

 

Las fuerzas “democráticas” que se reparten hoy el manejo del país hermano, esas que Trump festeja y aplaude (y manipula), se han erigido a través de un golpe de Estado, representan a la minoría étnica de Bolivia, económicamente acomodada, cipaya, profundamente oscurantista, clasista, racista, patriarcal, violenta y fascista, lo peor de la derecha que descansa sus privilegios en las iglesias católica y evangelista, y en las fuerzas armadas y de represión.

A eso el imperio lo llama “democracia”.

 

Nada importaron los avances en los índices sociales y económicos de la Bolivia de Evo. Nada importó que pasara de ser el país más pobre de Suramérica, al de mayor crecimiento. Nada importó la inflación del 1,7% anual (mientras la Argentina del mimado Macri este año llegará casi al 60%). Nada importó que su PBI se haya multiplicado el 400%, o que su deuda externa ronde el 20% del mismo (mientras en Argentina llega casi al 100%). Nada importó el desempleo más bajo de la región (4,4%) o el primer satélite lanzado (el Tupac Katari). Nada importaron las miles de escuelas construidas, la casi erradicación del analfabetismo o la impresionante disminución de la pobreza. Nada de eso importó. O justamente, todas esas cosas fueron las que importaron para truncar ese proceso, porque para la clase dominante todos esos avances significan costos y pérdida de privilegios.

 

No hay posibilidad de democracia en el Capitalismo. Si no se lo destruye (es decir, si no se destruye a la burguesía y a la oligarquía como clases) no habrá bienestar duradero para las mayorías populares. A lo sumo, como ya lo expresara el “gurú” González Fraga, podrá haber periodos que sólo serán “espejismos”. Los gobiernos progresistas avanzan en la generación de derechos y bienestar para las masas a la vez que sostienen, fomentan y les llenan los bolsillos a los grandes monopolios, que no quieren ni derechos ni bienestar para la población sino justamente multiplicar sus fortunas a costa de ella. Alimentan a su propio sepulturero.

 

En definitiva, lo terriblemente inquietante es el nuevo escenario que se instala en la Región. EEUU ha vuelto poner su atención en ella y ya no se contenta con la sanción económica, la manipulación mediática o el “lawfare”: desempolvó las botas y recurre nuevamente a las Fuerzas Armadas para conseguir sus objetivos. Tenemos una trágica memoria de ello. No se contentará con Bolivia. Irá por Cuba, por Nicaragua y Venezuela. Irá en auxilio de los Piñera y los Moreno. Azuzará a los Bolsonaro. Socavará a Fernández y López Obrador.

 

Las fuerzas populares combativas y sobre todo las revolucionarias, deberán estar a la altura de lo que se viene. Zanjar diferencias y construir y consolidar espacios de unidad y coordinación. Organizarse para resistir y avanzar. Tener memoria, aprender de la historia lejana, de la no tan lejana y de la reciente, cuestionar esta “democracia” de mentira, negar sus instrumentos e imposiciones económicas, ponerla en jaque; entender quién es el enemigo y cuál es su instrumento de saqueo y explotación: el sistema capitalista y su fase superior, el Imperialismo.

 

Cualquier cosa que se intente dentro de esa podrida e injusta maquinaria, terminará como ha concluido, al menos en esta etapa, trágicamente, la experiencia de masismo boliviano.

 

 

Gustavo Robles

12-11-19