La Operación Carlota

 

De Luanda y Cabinda a Cuito Cuanavale: la heroica epopeya cubana en Angola

El 7 de noviembre de 1975, dos cuatrimotores tubo-hélices Bristol Britannia despegaron desde La Habana hacia Angola llevando 158 hombres vestidos de civil.
Lejos estaban esos vuelos de ser un servicio de rutina: con ellos se da inicio de manera audaz la Operación Carlota, la epopeya que protagonizaron más de 300 mil combatientes internacionalistas cubanos para preservar la independencia de Angola junto a su pueblo, frente a las agresiones del imperialismo y sus socios los racistas blancos sudafricanos.
Los pasajeros son los integrantes de la primera compañía del batallón de Tropas Especiales del Ministerio del Interior, despachados de manera urgente hacia la nación africana para detener y rechazar la invasión del odiado régimen del Apartheid, realizada con el conocimiento y la aprobación de los Estados Unidos.
El propósito de la pérfida agresión es impedir que el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) declare la independencia del país y forme un gobierno que represente de manera legítima los intereses del pueblo angolano.
Para frustrar la consumación de esos trascendentales actos, la administración norteamericana de Gerald Ford aprueba la operación encubierta dirigida a apoyar con asesores, armas y dinero a las bandas fantoches de la UNITA y el FNLA, así como al ejército del dictador zairense Mobuto.
El Secretario de Estado Henry Kissinger planea la IAFEATURE, determinado a lograr una victoria que acreciente el prestigio de los Estados Unidos y el suyo propio luego de la derrota vergonzosa sufrida en Vietnam, en abril de ese año.
En la guerra civil desatada por Savimbi y Holden Roberto, incitados por la CIA yanqui, Sudáfrica, otros servicios de inteligencia occidentales y hombres de poder en Portugal decididos a no perder definitivamente a su antigua y rica colonia, el MPLA ha salido vencedor.
Pese a la ayuda norteamericana, los cabecillas no han podido tomar Luanda antes del 11 de noviembre, fecha fijada para declarar la independencia de Angola según los acuerdos de descolonización firmados en enero.
Lo impide la presencia de algunos cientos de instructores militares cubanos que contribuyen a una mejor preparación y motivación de las tropas de las Fuerzas Armadas Populares para la Liberación de Angola, el brazo armado del movimiento dirigido por António Agostinho Neto.
Pero esto cambió dramáticamente: el 14 de octubre de 1975 Sudáfrica invadió desde la ocupada Namibia, dándole abiertamente al conflicto su carácter internacional.
Los racistas no deseaban a una Angola gobernada por el MPLA. Sabían de la oposición implacable de Neto al régimen del Apartheid y su profundo compromiso solidario con la lucha de los patriotas namibios, zimbabwenses y sudafricanos.
En las primeras jornadas, la columna Zulu, con más de mil hombres, blindados y artillería, avanzó hacia el norte, pese a la resistencia ofrecida el 2 y el 3 de noviembre por algunas decenas de instructores cubanos y sus alumnos angolanos en Catengue. Los internacionalistas sufren sus primeras bajas mortales.
La noticia del sacrificio heroico de los cubanos llegó el 4 de noviembre.
“Fue entonces que comprendimos que los sudafricanos habían invadido”, rememora Jorge Risquet Valdés, quizás el cubano con la más amplia trayectoria de internacionalismo con los pueblos africanos.
Al amanecer del día 5, la máxima dirección de la Revolución, en la persona del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, adoptó la decisión de enviar tropas a Angola para frustrar los planes de los imperialistas yanquis y sus socios sudafricanos, salvando la independencia del país y preservando su integridad territorial, así como con la premura de no dejar abandonados a su suerte a los instructores que ya combatían y morían en cumplimiento de esa misión.
La intrépida operación toma el nombre de Carlota, la esclava heroica martirizada el 5 de noviembre de 1843, tras el fracaso de la rebelión de Triunvirato, en franca evocación a las raíces africanas de la nación cubana.
Antes de la partida de los Britannias, Fidel habló con los 158 combatientes de la primera compañía del Batallón de Tropas Especiales del MININT.
Les dijo de la necesidad de lo riesgosa que era la operación, que algunos de los instructores cubanos habían muerto y que pese a la difícil situación era imprescindible detener a los racistas antes de que llegaran a Luanda.
José Luis Padrón, el segundo jefe del batallón compuesto por 652 hombres señaló al investigador ítalo-norteamericano Piero Gleijeses: “Las Tropas Especiales no tenían retaguardia; no había forma de evacuarlas. Una vez que llegáramos a Angola, la puerta se cerraba detrás de nosotros”.
Conscientes de esa dura perspectiva, ninguno de los hombres dijo que no a la partida hacia el campo de batalla y el 10 de noviembre la compañía estaba en la retaguardia de los defensores de Quifangondo, lista para entrar en combate si rompían la defensa cubano-angolana las fuerzas enemigas del FNLA, soldados de Mobuto y mercenarios portugueses, con el apoyo de artilleros sudafricanos y asesores de la CIA.
La Operación Carlota duraría 15 años y medio, hasta el 25 de mayo de 1991, cuando los últimos 500 internacionalistas cubanos en África regresaron a la Patria.
Ella demostró con creces el espíritu solidario del pueblo cubano y su Revolución, además de la capacidad y determinación de un pequeño país para movilizar numerosas fuerzas y medios más allá del océano, para defender a una nación hermana.
Con Carlota resultó victorioso el objetivo estratégico concebido por Fidel Castro y el Che Guevara de colaborar con los pueblos de África que luchaban contra el colonialismo y el racismo.
En esa altruista misión ofrendaron sus vidas 2077 cubanos, cuyo generoso sacrificio honraremos este 7 de diciembre, en ocasión del vigésimo aniversario de la Operación Tributo.

Singh Castillo
12 de Noviembre de 2009

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