¿Qué hacer ante una catástrofe?


Por Nuria Barbosa León (desde La Habana, Cuba)

He leído, por estos días, las descomunales inundaciones que ocurren en la ciudad de Santa Fe, que fueron antecedidas por un diluvio en ciudades bolivianas.

En Argentina las autoridades hacen caso omiso a las desgracias humanas que provocan las aguas y se pierden las casas, los alimentos, y la vida humana es una tragedia para el que logra sobrevivir a la catástrofe.

Eso me hace pensar en las temporadas ciclónicas cubanas que ocurren entre junio y noviembre. Para la isla la llegada de un ciclón es una preparación en tiempo de guerra, ese fenómeno atmosférico es vigilado desde su gestación hasta que transita por Cuba o su cercanía.

Si el ciclón tiene prevista una trayectoria hacia la mayor Isla del Caribe se activan los
Consejos de Defensa desde el presidente de la República hasta el delegado de circunscripción en el barrio.

En Cuba se decretan varias fases, en la primera que es informativa se toman medidas de protección al ganado, el regreso de los estudiantes becados y movilizados hacia sus casas, se limpian tragantes, se protegen cristales, se comienzan las evacuaciones de las personas hacia lugares más seguros.

En la fase de alerta ciclónica se evacuan a un gran número de personas, se protegen los medios y recursos económicos en los centros laborales, regresan los barcos a puertos, se preparan los hospitales, los centros de elaboración de alimentos, se suspenden las clases para los centros externos, se emiten partes meteorológicos cada seis horas.

La fase de alarma es la más peligrosa porque ya el ciclón está tocando tierra, en ese momento se quita la energía eléctrica, se cancela el servicio de gas y el bombeo de agua, las personas están en lugares seguros y protegidos, las cifras de evacuados es la más alta, las autoridades patrullan las calles en los lugares que quedaron solitarios.

La última fase es de recuperación, el ciclón pasó y toca poner las cosas en orden, se evalúan los daños. Se barren las calles, se levantan los árboles caídos, regresan las personas a sus casas, se conecta el sistema electroenergético nacional en la medida de las posibilidades y según las afectaciones, se renueva el bombeo de agua y se brinda el servicio de gas, en fin la vida vuelve a la normalidad.

En Cuba hay un sistema de protección donde se le toca la puerta a los individuos para que acudan a la evacuación. Se dan todas las garantías para que los bienes particulares sean cuidados por la policía.

Todos los ciclones hacen mucho daño a la Isla y la mayor afectación están en las casas. Los techos vuelan y las paredes se derrumban. Por tal motivo, hacia la reposición de las viviendas se dirigen todos los esfuerzos.

Fidel Castro, el presidente de Cuba, desde la fase informativa está delante de los medios de comunicación impartiendo orientaciones junto a todos los dirigentes del Partido y el Estado. Se rompen las barreras entre la realidad y la tele, no es un espectáculo es la coordinación real, a escala nacional, de las medidas contra la catástrofe inminente.

El principal objetivo es preservar la vida humana. Las evacuaciones se realizan en centros educaciones o laborales que puedan alojar a un gran número de personas pero hay un gran por ciento de la población que se evacua en casa de familiares y amigos.

En los hospitales, el personal está volcado para tratar las urgencias médicas y todo está dispuesto para que no falten ni los alimentos, ni las medicinas.

Una vez que se haya ido el fenómeno meteorológico el gobierno de cada territorio pone a disposición de la población sus reservas estatales y distribuye mayor cantidad de frijoles, arroz, azúcar y viandas.

Las casas son reparadas por sus moradores y muchas son vueltas a construir por el estado.

El número de víctimas cubanas por el paso de un ciclón es mínimo y cuando se analiza su causa es, mayormente por imprudencias. Se tocan cables eléctricos caídos, cruzan ríos crecidos y no toman medidas para su protección individual.

Ojalá este ejemplo le sirva a la ciudad de Santa Fe y a todos los países porque los fenómenos naturales continuarán golpeando al hombre pero sus daños pueden minimizarse.

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