01-01-2008

La extrema riqueza, causa de las desigualdades

Los multimillonarios chilenos y los trabajadores

José Cademartori


Las inequidades actuales no tienen justificación

El nivel alcanzado por el Producto Interno Bruto en los últimos años es un indicador elocuente de las posibilidades reales de un reparto mucho más equitativo de los ingresos. Se trata de una suma que llegaría el presente año a unos 160.000 millones de dólares, cifra que eran inimaginable, unos pocos años atrás. En ella se refleja el notable precio alcanzado por el cobre y otras materias primas que lleva más de cuatro años y no tiene visos de caer, salvo en caso de catástrofe económica mundial. Si dividimos esa cantidad entre los 16 millones de habitantes, corresponde un producto de 10.000 dólares por persona. Traducido a pesos, tocaría a cada chileno, hombre, mujer, niño, un equivalente de 416.000 pesos mensuales. Cualquier matrimonio sin hijos podría recibir 832.000 mil pesos mensuales. Toda familia de dos adultos y dos niños dispondría de 1.660.000 pesos.

Ciertamente no se trata de establecer un reparto igualitario absoluto. Demos por aceptado un cierto grado de diferenciación por capacidades, esfuerzos y rendimientos, más otros factores comprensibles históricamente. Aún así, es indiscutible que en Chile se han generado suficientes recursos para eliminar la pobreza real que afecta a 3 de cada 10 chilenos y al mismo tiempo reducir sustancialmente las inequidades actuales. Estas últimas se deben a los mecanismos de reparto de la riqueza, los que generalmente se ocultan ante el gran público para proteger privilegios insostenibles. No es ético que el 75% de la población tenga un ingreso por habitante muy inferior al promedio del país. No es justificable que 10 millones, el 60% de nuestros compatriotas, deban subsistir con menos de 82.000 pesos mensuales, en tanto el producto por habitante es cuatro veces mayor.

Durante Allende, las desigualdades llegaron al mínimo

El coeficiente de Gini que mide el grado de desigualdad en la distribución ha confirmado que Chile es uno de los países más inequitativos del mundo. Siendo este indicador en el año 2005 de 0.54, (o de 0.55, según CEPAL, 2004) resulta ser harto más negativo que en los países europeos, naciones asiáticas y oceánicas. Entre 124 países estudiados Chile figura en el lugar 113, o sea entre los 11 peores del mundo. Por otro lado, afirmar que la magnitud de las inequidades ha sido siempre invariable a lo largo de nuestra historia, es falso. La evolución del coeficiente de Gini revela que el grado de inequidad ha tenido fuertes variaciones en los últimos cincuenta años. Depende esencialmente de las políticas de los gobiernos. Fue relativamente moderado en los años de Ibáñez y Frei padre; se logró el mejor resultado durante Allende; alcanzó los peores niveles durante la dictadura y se ha mantenido muy negativo en todos los años de la concertación. (Departamento de Economía, Universidad de Chile.)

Otro indicador significativo es la relación entre el ingreso por persona del 10% más opulento de la población y el 10% más desprovisto. Hay que tener en cuenta que las entradas de los más ricos están muy subestimados porque no declaran sus verdaderas rentas a Impuestos Internos ni menos a la Encuesta Casen. Con todo, la relación por familia entre uno y otro extremo fue de 31 veces y por persona fue de 53 veces, según la Casen 2006. Aún más. Si se excluyera el decil más rico y se considerara sólo al 90% de la población restante, la distribución sería mucho más pareja, menos concentrada. Esto confirma que la extrema riqueza es la causante de las profundas desigualdades entre nosotros.

Los dos Chile, el 1% y el 99%

El resultado es más impactante si se compara el 5% más rico con el 5% más pobre. Entre 1990 y 2005 la distancia entre unos y otros se alargó de 110 a 220 veces. Los super ricos avanzan a pasos de gigante y los pobres a pasos de enano. Esta creciente polarización tiene poco que ver con trabajo o sacrificios, ni menos con talentos naturales. Tiene que ver con monopolios, instituciones económicas y poder político, coludidos para implantar las leyes que más les convienen. Las distancias también son marcadas si nos fijamos cómo se reparte la nueva riqueza dentro del 10%, de chilenos más afortunados, un universo constituido por 1 millón 600 mil personas. La acumulación del capital se concentra en el 1% de la población -160.000 personas- constituida por los multimillonarios, sus asociados y asesores. Se trata de unas 40.000 familias, un número insignificante en comparación con los 4 millones de familias chilenas. Las cifras indican que esa privilegiada minoría es la que más ha profitado del crecimiento económico de los últimos dos decenios y especialmente en los últimos años, generando una distribución que con razón los obispos católicos llamaron “escandalosa”.

Se han conformado dos Chile muy opuestos entre sí

Uno, el que gira alrededor de un reducido círculo de magnates, tanto chilenos como multimillonarios extranjeros con inversiones en el país. Son los dueños de las grandes minas, enormes extensiones de bosques, las tierras de cultivo más fértiles, los mejores litorales costeros y lacustres, suelos urbanos estratégicos, valiosas fuentes de agua en ríos y lagos, grandes industrias, centros comerciales, etc. La privatización no se detiene ante desiertos y montañas. Dos tercios del territorio nacional son ahora propiedad privada. Están identificados 114 grupos económicos controladores de sociedades anónimas, que son los que concentran los mayores patrimonios. Existen unas 1.200 mega empresas que facturan el 63% de las ventas de todos los mercados.

El otro Chile, está constituido por la inmensa mayoría de la población que incluye desde indigentes y pobres hasta extensas capas medias. Aquí se incluyen obreros y empleados, los 600.000 mini y pequeños empresarios, cuyas ventas no pasan del 10% del total. Ni unos ni otros poseen patrimonio suficiente que les asegure su existencia, pues sus viviendas están hipotecadas, sus ingresos comprometidos por años, debiendo trabajar al límite de sus fuerzas para sostener a sus familias. Sus horas de trabajo, sin contar el tiempo de traslado, están entre las más agobiadoras. (Santiago es la 7a ciudad con la jornada más larga del orbe) Una enfermedad grave, un accidente, una crisis económica, la separación de los padres, bastan para caer en la pobreza o en la indigencia. Como reconoció el empresario Felipe Lamarca: “Un gran porcentaje de la población se levanta y se acuesta con angustia. Viven tremendamente ajustados, con el espectro del desempleo y las deudas encima.”

El gran botín de las transnacionales


Desde luego, buena parte de lo que el país produce no entra en la distribución. Se incluye dentro del Producto Interno Bruto (PIB) pero no del Producto Nacional Bruto (PNB), que es lo que realmente se reparte entre los chilenos. Se habla del PIB, pero nunca del PNB. En el 2005, por ejemplo, se restó el 12% del PIB para obtener el PNB. Se trata de una suma tan grande como la mitad de toda la inversión interna. Estos recursos van a engrosar las arcas de los multimillonarios del mundo. Es una pérdida neta para el país, es un pesado costo que paga toda la nación al capital transnacional. En los últimos años la rentabilidad del capital foráneo se ha multiplicado, gracias al mayor precio del cobre y de otras materias primas, no porque las compañías hayan sido más eficientes. Este sobre-precio debiera ser propiedad nacional. (Ecuador acaba de decretar que cuando el precio de su petróleo adquiere un nivel anormalmente alto, el 99% del sobreprecio incrementará la renta del estado.)

Desde el año 2003 hasta el 2007, las compañías globales se han llevado la cantidad de 59.271 millones de dólares, esto es cerca de la mitad del Producto Interno Bruto. A comienzos de los noventa eran sumas discretas, pero en los últimos años han ido escalando vertiginosamente: Desde 4.600 millones en 2003 hasta 16.300 millones de dólares el 2007. La Escondida, Angloamerican, Santander, Enersis, Telefónica, Aguas Andinas, ING, Shell, Nestlé, etc) están entre las que se llevan la mayor tajada. Es tan grande la ganancia que se apropian las transnacionales mineras que les bastó un solo año, el 2006, para recuperar todo lo invertido en los quince años anteriores. Las otras multinacionales -en la banca, las afp, isapres, concesionarias o dueñas de la electricidad, agua, gas, autopistas, comercio, industria- acumulan enormes beneficios mediante intereses usurarios, comisiones incontroladas, peajes abusivos, reajustes excesivos, mensualidades y altas tarifas que extraen de usuarios y consumidores indefensos. Un ejemplo de ganancias excesivas es el que exhiben las empresas sanitarias, vendidas o concesionadas al capital extranjero por Frei y Lagos. Ellas declararon una rentabilidad exorbitante en el primer semestre del 2007: 35,5% sobre su patrimonio. Las tarifas de estos servicios privatizados podrían ser muy inferiores a los actuales, sus trabajadores mejor remunerados, el Fisco podrían contar con más recursos y aún así, esas compañías tendrían utilidades presentables.

Grupos financieros internacionales compran y venden empresas chilenas en dificultades, pero potencialmente rentables. Despiden gente, aumentan las jornadas, reducen remuneraciones y luego las revenden al poco tiempo, con cuantiosas ganancias: Algunos ejemplos: El complejo minero La Disputada, privatizada por Pinochet para la Exxon, que ésta explotó declarando falsas pérdidas y vendida luego con ganancias; La multitienda La Polar, la eléctrica Transelec. Yacimientos mineros, bosques, reservas de agua, industrias, bancos, plantas eléctricas, afiliados a las afp, cotizantes de isapres, cadenas comerciales, con sus empleados incluidos, cambian de dueños extranjeros, con el beneplácito de nuestras autoridades. Al revés, en Europa y EE.UU, los gobiernos obstaculizan la venta de empresas estratégicas al capital extranjero, porque lo consideran un asunto de soberanía nacional.

Los multimillonarios chilenos y los trabajadores

Los jefes de los clanes familiares y grupos económicos chilenos más poderosos son conocidos: Angelini, Matte, Luksic, Claro, Ibáñez, Hurtado, Vicuña, Said, Yarur, Calderón, Paulman, Solari, Piñera, Saieh, Larraín, Obach, Bezanilla, Lavín, Délano, Ponce, Fernández León, Vial, Silva, Yurasek, Edwards, entre otros. Todos ellos han multiplicado sus haberes en los últimos veinte años a un ritmo que no guarda relación con el resto de los chilenos. A algunos les fue muy bien con la dictadura y hasta mejor con la concertación. Se repartieron Cap, Endesa, Iansa, Lan, Soquimich, Celulosa Arauco, Instituto de Seguros del Estado, TV de la Universidad de Chile y muchas otras empresas estatales, compradas a vil precio y revendidas con grandes ganancias. Según la revista Forbes, la familia Angelini acumula un patrimonio de 6.000 millones de dólares y subió al lugar 119 entre los más acaudalados del mundo. El clan Matte le sigue de cerca, 5.600 millones de dólares en el lugar 137. Ambos subieron en un año, 62 puestos. Poco más atrás está el grupo Luksic. El dueño de Lan, Chilevisión, y decenas de miles de hectáreas de tierras vírgenes de Chiloé e infinidad de otros negocios, Sebastián Piñera, avaluado en 1.200 millones de dólares se ubica entre los 799 hombres más ricos del planeta. En cambio los obreros, administrativos y técnicos que contribuyen a la acumulación de estos magnates están muy por debajo de lo que perciben europeos, norteamericanos, del este asiático y del pacífico. Por ejemplo, un operario agrícola bien calificado percibe en Chile hasta $300.000, su similar en Nueva Zelandia, $900.000. Difícilmente esta distancia puede acortarse, mientras año tras año los asalariados chilenos sigan recibiendo mucho menos del aumento de la productividad de su trabajo, mientras los patrones se quedan con la mayor parte de ese aumento. Tal es uno de los mecanismos principales de las mayores desigualdades, refrendado por la legislación laboral heredada de la Dictadura. (prácticas antisindicales, despidos arbitrarios, negación del derecho a huelga, subcontratación). No es de extrañar, entonces, que sea el capital el que aumenta su participación en la renta nacional, en desmedro del trabajo asalariado y del trabajador por cuenta propia. (Cuentas Nacionales, Banco Central)

Por si lo anterior no fuera suficiente, nuestros rmillonarios tampoco cancelan los impuestos que debieran, a pesar de las blandas leyes que les rigen. Tienen muchas formas de ocultar sus verdaderos ingresos y eludir el pago de los tributos, entre otras, el secreto bancario y la prohibición de publicar sus declaraciones. Usan los resquicios legales, forman sociedades de papel, inflan sus gastos, o mantienen cuentas en "paraísos fiscales". Tienen expertos, auditores y abogados que les arreglan sus declaraciones. Un ejemplo de estos métodos mafiosos utilizados con la complicidad de bancos “respetables” (cuentas brujas, identidades falsas, compañías ficticias en paraísos fiscales) ha sido revelado en el proceso por fraude a Pinochet y su camarilla.

 

El ex Director de Presupuesto, Mario Marcel asegura que “si miramos el cinco por ciento de la población más rica, sólo la mitad de ellos paga el impuesto a la renta que les corresponde”. Y eso, sin perjuicio de las numerosas exenciones legales vigentes que los favorecen como las donaciones, las plantaciones forestales y muchas otras: el 98% de estos privilegios van a parar al 20% de chilenos más acomodados. El Fisco se desprende generosamente de 3.164 millones de dólares cada año para favorecer a grandes empresarios, entre los cuales están los dueños de las forestales, las inmobiliarias y las financieras.

En la Bolsa los bien dateados pueden hacerse más ricos

Una muestra de hacia donde va a parar el crecimiento bajo el modelo económico neoliberal es el siguiente dato: En 1980, el valor bursátil de las diez principales sociedades anónimas equivalía al 4% del PIB de ese año. En el 2006, el valor de las diez primeras había subido al 60% de un PIB ya aumentado notoriamente. Hasta el Fondo Monetario Internacional lo reconoce: El mercado bursátil chileno es el más concentrado de América Latina. A lo que se puede agregar: Los cinco grupos económicos más grandes son los dueños del 48% del valor de los activos transados.

La Bolsa de Valores de Santiago se ha convertido en fuente de suculentos negocios, con dineros ajenos. Frei y Lagos, con sus leyes para “perfeccionar” el mercado de capitales (MK1, MK2) rebajaron impuestos a sus privilegiados participantes. La falta de un estricto control fiscal y de sanciones efectivas sobre los operadores financieros permitió fraudes como el de Inverlink con apoyo de bancos cómplices que le costó a la Corfo 100 millones de dólares. Los corredores y las filiales de bancos se han convertido en nuevas y rápidas fuentes de enriquecimiento. Cinco de las decenas de corredores bursátiles existentes controlan el 60% de todas las transacciones. Mientras faltan fondos para inversiones productivas y sociales, públicas y de las pymes, sobra " liquidez" para transacciones especulativas de corto plazo, dentro y fuera del país, desde las mesas de dinero, futuros, emisión de acciones y bonos, fusiones, compraventa de empresas. Entre los que más ganan están quienes tienen crédito ilimitado y están bien dateados. El gerente general de los supermercados Jumbo contó a una revista cómo lo hizo él mismo: “Cuando Cencosud entró a la Bolsa me endeudé y compré un millón de acciones. Me costó un millón de dólares. Hoy mis acciones valen cuatro millones de dólares”. (De paso, recordemos que en Cencosud fue donde unas cajeras denunciaron que se las obligaba a usar pañales, para que no perdieran tiempo en ir al baño) Otro tanto hizo Piñera. Cuando supo, como miembro del directorio antes que el resto, que con los resultados del año, las acciones de LAN iban a subir, se adelantó a vender una parte. Cometió un acto ilegal, “uso de información privilegiada”, pagó una multa de 180 millones de pesos y se quedó con una suculenta ganancia.

Pero al recinto de la Bolsa no entra cualquiera. Los ahorrantes modestos que reciben míseros intereses, sin UF, por sus depósitos bancarios o por los Fondos Mutuos, no tienen acceso al templo bursátil. Para empezar, las corredoras cobran por cada transacción, hasta un 3,5% sobre el capital invertido, con lo cual toda la utilidad se la puede llevar el comisionista. Los Fondos Mutuos con mayores rentabilidades exigen que el subscriptor coloque un mínimo de 10.000 UF (190 millones de pesos) para ser participante. Ningún pequeño o mediano empresario puede darse ese lujo.

De dónde provienen las ganancias extraordinarias de los banqueros


La concentración es la tónica en el sistema financiero. De los 26 bancos existentes, tres de ellos- Santander, BCI y Chile- monopolizan el 60 % de todos los préstamos bancarios. Como lo dijo un ejecutivo “los bancos en Chile llevan cinco años con resultados fuera de serie”. El año pasado las instituciones bancarias obtuvieron utilidades líquidas por un total de 1.690 millones de dólares. De entre ellos los tres más grandes, el Santander, el Chile y el BCI se llevaron el 67% de esa suma. Los beneficios totales, después de descontar los impuestos, correspondieron al 18,56% sobre el capital propio y sus reservas, una tasa de rentabilidad entre las mejores del continente. Pero ese es el promedio. Los bancos Falabella y Santander lo superaron con creces, se adjudicaron 34,5% y 29,7%, Además de los suculentos dividendos que recibieron, sus principales accionistas se hicieron de ganancias extras con la venta de una parte de sus acciones. En doce meses, las del BCI subieron 23% y las del Chile, 43%.

¿Cómo se explican estos extraordinarios ingresos de los bancos? La fórmula consiste en altas comisiones, bajos intereses por la captación y altos intereses por la colocación, todo ante la indiferencia de la Superintendencia de Bancos. A los modestos ahorrantes ya no los necesitan, puesto que el "independiente" Banco Central les proporciona gustoso a los banqueros privados dinero barato y abundante, cada vez que es necesario. Otras fuentes de superganancias son los malos sueldos de los bancarios, la subcontratación y los despidos constantes por reorganizaciones y fusiones. Las comisiones bancarias aumentaron entre 1997 y 2006 desde 222.955 millones de pesos a 455.906 millones de pesos. Un desorbitado aumento de 104%. Hasta 1996 los bancos no exigían pago por uso de cuentas corrientes, tarjetas de crédito, de pago, cobranza de documentos, cajero automático, recaudaciones, cuentas de ahorro y otras operaciones. Las comisiones les proporcionan a los banqueros entradas seguras, sin riesgo alguno, a diferencia de los créditos. Los intereses usurarios por sobregiros, adelantos, cobranzas, o préstamos de corto plazo que cancelan los clientes “no preferenciales”, vale decir, las pymes, profesionales medios, deudores hipotecarios, etc, es la otra gran fuente de enriquecimiento de los banqueros.

Hay que recordar que en los años ochenta los bancos privados cayeron en la bancarrota por la misma razón de siempre: la codicia desmedida de sus gestores. En vez de expropiarlos sin necesidad de indemnización, Pinochet obligó a todos los chilenos a pagar el costo del rescate. Se inventó la " deuda subordinada" y se les otorgó a los bancos un plazo de 40 años para cancelarla. Así por ejemplo, el Banco de Chile asumió una deuda de 4.640 millones de dólares hace diez años. Todavía debe 1.728 millones, o sea 1,3 veces el valor de su patrimonio. La deuda con el estado es mayor que el patrimonio de sus accionistas. Pero sus controladores no tienen que preocuparse. Todavía les quedan 30 años para pagar. Como si este regalo del estado fuera poco, el Banco del Estado, en el gobierno del “amado” Lagos, le prestó al grupo Luksic una elevada suma para que se hiciera dueño del paquete de acciones que le permitió tomar el control del Banco de Chile.

Los estudios de mercado y las desigualdades socioeconómicas


Las consultoras de mercado dividen a la población chilena en cinco estratos, según su capacidad de compra: El ABC1, el de mayores ingresos; luego vienen el C2 y el C3 que corresponden a los estratos medios y bajos, dentro de la clase media; y finalmente los grupos D y E que son los más pobres. El ABC1 reúne al 7%, los C2 y C3 en conjunto suman el 37% y los grupos D y E constituyen el 56% de la población total. Esta clasificación revela que la clase media ya no es homogénea sino que se divide entre un sector acomodado, C1, otro medio, C2 y un tercero, de bajo o decadente nivel de vida. El C1 con ingresos mensuales de millones se asimila por su estilo de vida y su manera de pensar a la élite más rica. Los C2 perciben ingresos de entre 600.000 y un millón. Los C3 registran entradas entre 400.000 y 600.000. Los D se sitúan entre 200.000 y 300.000. Y los E obtienen alrededor de 160.000 y menos. Dentro de los C2 y C3 hay pequeños comerciantes e industriales, profesionales sin postgrados, profesores, vendedores o mandos medios de grandes o medianas empresas, técnicos y trabajadores especializados. En los niveles D y E se encuentran campesinos pobres, micro empresarios, trabajadores por cuenta propia, obreros no calificados y eventuales. Es de notar que el D y E juntos constituyen la mayoría nacional y más de la mitad de ese total son propiamente pobres que no pueden satisfacer sus necesidades de nutrición sana, vivienda decente, acceso a la salud y educación de calidad, seguridad social y ciudadana y empleos dignos.

El consumo suntuario, reflejo de la extrema riqueza

Los chilenos ricos aumentaron en los últimos años un 40%, según un reportaje de El Mercurio, según lo cual la riqueza se está masificando o democratizando. Sin embargo, se silencia que este aumento de 20.000 nuevos ricos, no pasa del 0,5% de todas las familias chilenas. Que el mercado para los privilegiados esté creciendo, no significa que llegará al alcance de las capas medias C2 y C3 ni menos de los niveles D y E.

El lujo, el afán de ostentación, de imitar el estilo de los multimillonarios del mundo, ha entrado fuerte entre los antiguos y nuevos ricos del país. Gran demanda tienen las mansiones de La Dehesa en terrenos de 2.000 metros, con jardines, estacionamientos, canchas deportivas, casas para la servidumbre, etc. Se venden a un precio de 800 millones como mínimo. Las familias de los C2 sólo pueden aspirar a departamentos treinta veces más pequeños y los C3 a viviendas "sociales" aún más reducidas, de material ligero, sin patio, fácilmente inundables. Mientras las villas para pobres están expuestas a la violencia y la delincuencia, los ABC1, como en Valle Escondido en Lo Barnechea, habitan condominios amurallados, con instalaciones electrónicas, furgones de seguridad que recorren las calles internas las 24 horas, para vigilar a las nanas, jardineros y maestros. En las urbanizaciones proyectadas en Chicureo, las inmobiliarias piensan recaudar unos 3.000 millones de dólares, cantidad de sobra para aliviar el problema de 280.000 deudores habitacionales o para entregar viviendas a 150.000 familias jóvenes que viven hacinados. (Sólo en la Pintana y en Conchalí hay 14.000 allegados inscritos). En cuanto a la llamada "segunda vivienda", la revista Capital dice que uno de los dueños de la financiera Celfin pagó 600 millones por una casa en Zapallar.

El estilo distinguido comprende el uso de estupefacientes de alto precio. El 23% de los ABC1 los consume. Entre ellos están de moda los viajes a los prostíbulos de Oriente, los cruceros transatlánticos, los safaris africanos, los fines de semana en los casinos de Las Vegas, o ir de compras a las boutiques de marcas en Alonso de Córdova, de Vitacura, donde un reloj cuesta 400.000 pesos, una cartera 4 millones. Según sus dueños para entrar a estas tiendas (joyerías, licores premium, motos exclusivas) el cliente debe tener a lo menos entradas mensuales de 8 millones de pesos.

Los super ricos chilenos ya no pisan los aviones comerciales, para ahorrarse las colas, revisiones, impuestos, recargos y molestias que sufren los demás mortales en los aeropuertos. Disponen de sus propios aviones ejecutivos incluidos pistas de aterrizaje, hangares, pilotos permanentes, etc. El año pasado la fabricante Cessna vendió 24 aparatos a precios que van desde 2,5 millones de US, cada uno. Según la prensa, A. Luksic gastó 25 millones de dólares en la compra de un avión personal. Sólo mantenerlo le cuesta 8 millones de pesos al mes, el sueldo de uno de sus ingenieros de minas. Para sus traslados entre sus mansiones y oficinas utilizan sus helicópteros. Los más baratos se venden a 200 millones de pesos y los lujosos, a 750 millones. La revista Capital asegura que el dueño de El Mercurio posee un Bell 412 para 15 pasajeros cuyo costo supera los 3.000 millones de pesos. Cuántas vidas humanas se podría salvar, víctimas de accidentes, catástrofes naturales o enfermos pobres de zonas apartadas o de poblaciones periféricas, si los servicios públicos de salud que apenas cuentan con ambulancias destartaladas, tuvieran otros 180 helicópteros, el mismo número que los millonarios. El libre mercado asigna los recursos, pero para el disfrute exclusivo de unos pocos.

Muchas de las mejores playas marinas y bordes lacustres son inaccesibles para los pobres y las capas medias, pues están cercadas para uso exclusivo de los resort, clubes o mansiones privadas, aunque el Código Civil diga que las playas son bienes de uso público. Los deportes invernales, por los altos costos de alojamiento, transporte y servicios anexos, están, cuando más al alcance del 10% de los niños y jóvenes. (Lavín cuando fue alcalde de Santiago encontró la solución genial: instaló nieve artificial para los niños pobres en el centro de la capital). También se hace creer que el golf se está convirtiendo en un “deporte muy popular”, lo que es cierto sólo entre los arribistas. Entre las nuevas canchas que se construyen, a un costo de varios millones de dólares, de un enorme derroche de agua para riego y pérdida de tierras de cultivo, hay una que se levanta en Chicureo. No se admitirán más de 600 socios. Costo de incorporación, 12 millones y cuota mensual, 256.000 pesos.

A estimular el consumo suntuario contribuyó el gobierno de Lagos y los parlamentarios que aprobaron la reducción de los impuestos a las altas rentas y a los a los automóviles de lujo. Así un BMW que costaba 40 millones de pesos bajó a 32 millones. La caja fiscal pierde 8 millones por cada privilegiado comprador. Mercedes Benz asegura que venderá este año unos 1.000 automóviles a un precio de 50 millones cada uno: total 50.000 millones de pesos. Esa suma equivale al costo de 1.000 buses que servirían para resolver los problemas del Transantiago. Dinero público no hay para las necesidades diarias de millones de santiaguinos de a pié, pero dinero privado sí hay, para satisfacer el ego de unos mil privilegiados.

Cuánto ganan los miembros del ABC1

¿Cómo se explica esta fiebre de derroche? El sector ABC1 parte con ingresos mínimos de unos 2 millones de pesos mensuales por persona y puede llegar a un centenar de millones. A pesar de no constituir más del 7% de la población su peso en el mercado es igual al 40% del poder de compra de todos los consumidores. El A representa a los multimillonarios, el B a sus socios menores y a los nuevos ricos y el C1 a los altos ejecutivos y la clase media "alta". Aquí se incluye a directores de sociedades anónimas, socios de grandes consultoras, profesionales de moda, mandos superiores de grandes empresas y jerarcas del estado. (directores del Banco Central, superintendentes, senadores y diputados, miembros de la Corte Suprema, generales y almirantes) Entre ellos están los notarios que operan para las grandes empresas y el conservador de bienes raíces que se adjudica 80 millones de pesos al mes. Los directores de sociedades anónimas suman unos 400, de los cuales 52 se repiten en cinco directorios y 10 participan en 8 o más compañías. Algunos son los jefes de los grupos, otros son sus “hombres de confianza”, o también socios menores de los principales accionistas o "profesionales independientes", con buenos vínculos. (generalmente ex altos funcionarios de gobiernos anteriores) Los directores reciben elevadas dietas, viáticos, gastos de representación, todo lo cual reduce los impuestos y los dividendos a repartir entre miles de pequeños accionistas.

Los ejecutivos top en Chile (gerentes generales, de finanzas, de marketing, etc) están entre los mejor remunerados del continente y superan a no pocos de sus congéneres de países desarrollados. Según Price Waterhouse, un estudio basado en 130 grandes empresas del país, un gerente general tiene un sueldo fijo de 20 millones al mes, más entre 30 y 150 millones al año, en bonos por "desempeño". A igual remuneración bruta con sus pares europeos, el neto es mayor en Chile, porque una vida suntuosa aquí es más barata que allá, y además se paga menos impuestos. En las mayores compañías las remuneraciones anuales fluctúan entre medio millón y un millón de dólares, sumando bonos y granjerías, como acciones, seguro de vida, viáticos, cobertura médica, educación elitista para los hijos, vacaciones extras, hasta cuotas de socios en clubes exclusivos. Un pequeño grupo de ejecutivos de D&S (la cadena de supermercados) se repartió un total de 6.100 millones de pesos el año pasado. La prensa también reveló que Santander repartió 30.000 millones de pesos entre sus ejecutivos de elite. Jumbo pagó a los suyos un promedio de 13 millones mensuales, Falabella, 8 millones.
La nueva industria de los super ricos

Según la revista Qué Pasa existen “unas 10 mil familias con un patrimonio superior a US$ 1 millón disponible para invertir". Se dice que la nata de los privilegiados está formado por las míticas 52 familias tradicionales de la industria y banca nacional que conforman los holdings locales. Es tanto el poder de compra de los nuevos potentados, calculado en unos 10.000 millones de dólares como mínimo, que ya se habla de una “industria” muy lucrativa: administrarle el dinero a los supermillonarios. Algunas de estas gestoras manejan cuentas por 400 millones de dólares y cobran por la asesoría, fuera de gastos, 0,5 % sobre el capital. Según algunos expertos las familias más ricas del país son las que parten con 70 millones de dólares de capital, en cuyo caso, contratan a su propio asesor financiero personal, con dedicación exclusiva. Entre estas familias se menciona a Avayú, de la distribuidora de autos Indumotora, Solari, Fernández León y Sarquis, todos cabezas de grupos económicos. Otros especialistas aseguran que en Chile existen unas 70.000 familias que mantienen saldos en sus cuentas bancarias para consumo inmediato por un monto de 100.000 dólares cada una, o sea unos 50 millones de pesos. Esto se explica. La mitad de ellas, unas 35.000, poseen activos sobre los cinco millones de dólares.

Cómo suprimir las escandalosas desigualdades

Hay quienes creen que podrá mejorarse la suerte de los millones de pobres y capas medias angustiadas, sin tocar un peso de los que detentan la extrema riqueza. Eso es imposible. Ya está demostrado que “el crecimiento con equidad” fundado en un modelo neoliberal es un contrasentido, ha sido una burla cruel. Estamos llegando al final de un ciclo y cuando más dinero se acumula en el país, los abismos entre el consumo suntuario de la minoría privilegiada y la sobrevivencia de la gran masa se están ahondando. Tampoco cabe esperar que con las medidas demagógicas de los políticos de derecha, de repartir unos cuantos subsidios más y privatizar las últimas empresas y servicios públicos, todo a costa de los mismos impuestos que pagan los pobres sin modificar las mínimas contribuciones de los grandes capitales, se va a modificar el cuadro dramático que exhiben las crudas cifras.

En vez de los nefastos “consensos” entre gobierno, derecha y grandes empresarios o del diálogo desigual entre patrones y trabajadores, se requiere una nueva política, otro consenso, en el que se sientan interpretados y sean partícipes la gran mayoría que hoy no tiene voz, voto, ni representación. El ciudadano común hoy sólo logra ser escuchado cuando se manifiesta en la calle, en la protesta a viva voz, la huelga, la ocupación de locales, los tacos del transporte, el corte de caminos, etc. Siempre hay una posibilidad más o menos pacífica y ordenada de iniciar una reforma estructural en la economía y en la vida pública y quienes se oponen son los verdaderos violentistas. Una mayoría nacional, con fuerte componente de los pobres y las capas medias desprotegidas, debe tener derecho a cambiar las reglas del juego, constitución, leyes, instituciones, para salir del modelo neoliberal y construir una democracia participativa. Pero esa mayoría debe tener como objetivo, otro tipo de crecimiento que favorezca a los de abajo, en desmedro de los de arriba. Que se plantee metas y plazos claros para la redistribución de la riqueza y la eliminación de la pobreza, que eleve los ingresos del trabajo de los deciles bajos que conforman no menos del 60% de la población, congelando los del 10% más rico del país. Sólo así puede mejorar el indice de Gini. Los instrumentos y las políticas públicas para una verdadera redistribución, existen, son conocidos y han dado resultados positivos en diversos países y épocas. Entre otras medidas debe estar el cambio en la legislación laboral a favor de los trabajadores, el mejoramiento sustancial del acceso a la salud y a la educación de calidad, y el apoyo a las mipymes.

Uno de los instrumentos probados es el sistema tributario. El actual necesita una profunda revisión. Debe disminuir drásticamente el gravoso 19% del IVA a los alimentos básicos, medicamentos, libros y otros bienes indispensables, lo que debe acompañarse con rebajas obligatorias a los precios al consumidor. A la vez, hay que establecer un fuerte IVA a los consumos suntuarios o a las actividades dedicadas a satisfacer a las elites acomodadas. El impuesto a la renta de los capitales debe elevarse y hacerse progresiva para los grandes capitales, los monopolios, las actividades financieras y especulativas y reducirse para las pequeñas empresas y actividades productivas individuales y asociadas. Se debe reducir la proliferación de exenciones tributarias, fuente de privilegios. Hay que terminar con el secreto bancario para fines de control e investigación de ilícitos. Las declaraciones de rentas para efectos tributarios deben ser transparentes para combatir la evasión. Es necesario reponer el impuesto a la extrema riqueza, similar al establecido durante el gobierno de Frei Montalva, el que podría tener un piso de 600 millones de pesos, con una tasa progresiva y sobre la base de evaluación comercial de los bienes. Esto afectaría sólo al 2,5 % de los hogares. (100.000 sobre 4 millones) La tributación a la gran minería privada debe cambiar para que el país recupere lo que le corresponde por ser el dueño soberano de los yacimientos y por tanto de los altos precios de nuestras minerales.

La reforma tributaria debe avanzar a fondo hacia la equidad y a la vez aportar recursos considerables para fortalecer el papel del estado democrático. Debe incrementarse su rol en la economía. Al mismo tiempo se requerirá una nueva y mayor regulación de los mercados, una limitación del poder de las mega empresas, un control de los monopolios, un nuevo tipo de crecimiento más sólido y sustentable que tienda a la supresión del desempleo masivo y reduzca nuestra dependencia ante las turbulencias de la globalización. La institucionalidad actual, debe modificarse para hacer más equilibrada la relación entre patrones y asalariados, entre grandes y pequeñas empresas, entre consumidores y los grandes intermediarios.
 

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