Por qué estás tan sola, Colombia?

Los últimos meses estalló un escándalo de altísimo nivel que involucra y demuestra al mundo los vínculos innegables entre el paramilitarismo y las más altas esferas del poder colombiano, incluido el presidente y las Fuerzas Armadas.

En medio de la descomposición del tejido político colombiano la prensa que siempre fue leal a los gobiernos de turno, inclusive a Uribe, hombre de pasado siniestro, presente espeluznante y futuro incierto, ahora sale a denunciar hechos ya inocultables como pudieran haber sido en algún momento.

¿A qué responde el juego sucio que están realizando quienes ayer eran carne y uña y hoy se están arrojando una bola de fuego que quema hasta las entrañas de un país históricamente bañado en sangre en medio del silencio de muchísimos que parecieran haber quedado enmudecidos en medio de tanta desnudez actual?

El escándalo que provocó la dimisión de su cargo a la Canciller María Concepción Araujo, para-ministra hija y hermana de dos hampones que ya no pudieron negar su participación dentro del paramilitarismo, al igual que los hechos que hoy mismo salen a luz pública en la cárcel de Itagüí pero que no son nuevos sino que vienen sucediendo hace años; las denuncias de Salvatore Mancuso, Ramiro Vanoy, Fredy Rendón; el testimonio de quien hasta hace un mes fuera la directora de la cárcel supuestamente de altísima seguridad, denunciando que cuando ella daba una orden inmediatamente los paramilitares se comunicaban con el Ministro, el director del penal y hasta con el mismísimo presidente "dando vueltas" dicha orden, nos hablan de una corrupción que más bien podría compararse con un volcán en erupción de cuya lava nadie resultaría ileso.

Salvatore Mancuso, jefe paramilitar, salió de pronto a vomitar contra empresas colombianas que contribuyen con el sostenimiento a la organización armada más siniestra que haya conocido Colombia; dirigentes políticos, alcaldes, congresistas todos parte de un plan siniestro y exterminador.

No quedaron fuera de su mira el ex director de la Policía Nacional, actualmente embajador en Austria, generales y el propio vicepresidente Francisco Santos.

En medio de semejante realidad el presidente Uribe parece autista, es evidente que el amiguito de Bush no tiene salida y nada evitará que se siga destapando esta vergüenza en medio de la persecución incesante contra dirigentes estudiantiles, sindicales, militantes políticos y sociales, y la inminencia de un TLC que causará más víctimas que las causadas por la extensa guerra que sufre el país.

Incluso ahora también se sabe que hay más de 200 paramilitares en Venezuela enviados desde Colombia y trabajando para la desestabilización del gobierno bolivariano y llevar a la práctica actos terroristas.

Lo que no es fácil de comprender es cómo aún no se han levantado voces que exijan la inmediata renuncia del presidente más fiel al imperio cuando es el momento justo para presionar contra esta grotesca caricatura de la "democracia" como es el presidente de los colombianos.

No podemos dudar que Uribe debe irse ya dando paso a la conformación de un gobierno de Unidad Nacional mediante el cual pueda hablarse con seriedad sobre la paz con justicia y dignidad que tanto necesita ese pueblo.

Así como tampoco es fácil de entender y sobre todo incomprensible que no se escuchen las voces de tanta gente como debería escucharse.

Es gravísimo lo que está ocurriendo.

En un mundo globalizado donde todo se sabe prácticamente al instante en que ocurre, es preocupante que simplemente se oiga sólo un "murmullo" repudiando lo que ocurre en un pueblo hermano.

Creo que la izquierda internacional, especialmente, y los gobiernos progresistas así como los que manifiestan su oposición rotunda al proyecto imperialista del cual Uribe es fiel discípulo, deben salir de su mutismo y repudiar a quien dirige los destinos de una nación hermana arrojando al abismo a un pueblo que ya no puede contar cuantas víctimas dejó regadas justamente por el silencio que tantas veces se convierte en cómplice de las atrocidades.

Ello me hace pensar y preguntarme una y mil veces: ¿Por qué estás tan sola, Colombia?

Ingrid Storgen

Mayo 2007

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