Cuando muere un camarada

(homenaje al Negro Alcides)

 

La muerte, la muerte, la muerte,

la muerte que los parió,

la muerte, ese inmundo instrumento

del enemigo...

tomó tu cuerpo,

creyó que se lo robó,

mentira carajo...

sólo lo transformó.

 

La muerte desconoce

toda la memoria

la vida puesta en una mirada

todo el sudor compartido

el miedo intercambiado.

 

Cuando se comparten

escritos y metralletas,

reuniones y errores,

marchas y esperas,

la cita y la angustia,

reflexiones y derrotas,

rupturas y victorias,

el vino y las amarguras,

el asado y las huelgas,

amores y protestas,

entierros y nacimientos,

el mate y los manifiestos,

las balas y las sonrisas.

 

Hay una parte de nosotros

que se muere; no sé...

un lado fundamental

un vacío que sangra

una ausencia que desgarra

se concatenan ausencias,

emergen todos los

rostros de los camaradas,

que la formalidad de por muertos.

 

Se agitan todos ellos,

se abrazan todos ellos

para recibir al nuevo muerto

como un colectivo

de post-morten

de aspecto inmaculado.

 

Y ahí entre los queridos

muertos nuestros,

llegando......

y entre los compañeros vivos,

entrando......

en el medio de todos los pechos

donde se guarda lo mejor,

de dolor...

comienza a nacer

la transformación.

 

Sus ojos no cerraron...

si vivieron mirando al futuro.

La muerte actuó derrotada

como inercia maldita del pasado.

La vida emergente, sublevada,

organizada y armada.

 

Sembrando semillas de utopía,

la tuya en padecimiento...

privilegiada,

por tu palabra y tu muerte,

por tus actos y entendimientos

entre todos nosotros...

magníficamente...

florecida.

12/08/07

Emilio Arribalos

 

volver