DOCUMENTO POLÍTICO FUNDACIONAL
de la ORGANIZACIÓN para la LIBERACIÓN de ARGENTINA por el SOCIALISMO.

Unidad y Coordinación Revolucionaria para un Movimiento de masas antiimperialista, anticapitalista y por el socialismo

 

Cada gobierno que pasa hunde más y más a nuestra nación en las garras del imperio. Entregamos el petróleo, los minerales, la telefonía, la generación eléctrica, la marina mercante, la aviación, los adelantos técnicos que supimos conseguir y, ahora, hasta importantes reservas de biodiversidad y de agua dulce y toda la tierra que la rodea. Poco a poco, vamos quedando parias en nuestra propia tierra.
 

Las clases laboriosas de nuestra Patria sufrimos una doble opresión: por un lado, la de la dependencia económica a los poderes extranjeros de turno y, por otro, el de la explotación y opresión de la burguesía nativa hacia quienes crean –con sus manos y cerebro- la riqueza social. Ello plantea que, para que sea real la liberación de nuestra Patria, se debe romper con ambas cadenas, tarea que sólo puede acometerla la clase obrera acaudillando a los demás sectores populares.
La dependencia con el imperialismo de turno (producto del carácter entreguista de “nuestra” burguesía oligárquica) ha sido siempre el freno, la cadena, que nos impidió desarrollarnos como nación, lo que explica el círculo de miseria y desocupación que sufrimos desde siempre, como su contracara, los privilegios desmedidos a los capitales foráneos y nacionales subordinados a él y también, la falta permanente de verdaderas libertades democráticas. Ese círculo sólo puede romperlo, como lo muestran las luchas de los últimos 50 años, una poderosa fuerza donde la clase obrera sea no sólo la columna vertebral sino también –y, sobre todo- la cabeza dirigente de dicho proceso.
 

Es esa asociación subordinada a los poderes extranjeros la que nos condena a ser un país productor de bienes agrarios casi exclusivamente. La que nos impide un verdadero desarrollo industrial. Es lo que explica la deformación económica, con una capital rica y provincias pobres.
 

Hoy, producto de esa dependencia y agotado el boom de la soja y otros productos agrarios que posibilitaron un breve interregno populista burgués, y con el gran capital dispuesto a ampliar sus ganancias a costa del hambre de millones y millones de argentinos/as, como de arrodillar aún más a nuestra nación ante los centros imperialistas, todo parece indicar que, por la resistencia que viene ofreciendo la clase obrera y el pueblo -y que hiciera fracasar buena parte de los planes originales de la burguesía monopólica- se aproximan momentos de extrema agudeza y violencia en la lucha de clases argentina. Motivo por el cual, para cualquier organización popular que se precie de querer llevar adelante un cambio social radical, la cuestión central estriba en prepararse para responder adecuadamente a esa nueva situación.
 

Al respeto hay que reconocer qué en el bloque dominante hay una clara definición de llevar adelante sus planes a como sea. Si es sin resistencia, mejor; pero si el campo popular no acepta mansamente la política entreguista y explotadora, ya hace rato que la burguesía monopólica viene haciendo sonar los tambores de guerra, y preparándose para ello. La represión del día 28 de junio, en plena Avda 9 de julio así lo testimonia. Pero no fue el único indicio. Frente a la rebelión de los choferes de colectivos en Córdoba la respuesta fue la militarización de la ciudad y un decreto eliminando el derecho de huelga. A su vez, han reaparecido las patotas sindicales para apalear a delegados o activistas opuestos a las conducciones burocráticas. El moño de todo ello es el acuerdo firmado por este gobierno con la Guardia Nacional de Georgia, la puerta por donde pueden entrar al territorio nacional las fuerzas imperiales. Y en esta política de entrega y explotación se dan la mano todos los partidos defensores del gran capital, como lo atestiguan ejemplos tanto en la ciudad de Bs. As., Santa Cruz, Córdoba, Tucumán (donde se acaba de expulsar de sus tierras una comunidad originaria), Formosa, San Juan, Chaco, etc, etc. Los gobernadores aplican políticas tan de ajuste y neoliberales como las del gobierno nacional.
 

Dentro del campo dominante existen algunos sectores burgueses afectados por dicho planes, los que intentan atenuar los efectos de los mismos levantando posiciones falsamente populares y así negociar su situación. Dichos sectores no son los más concentrados aunque si de los más fuertes quienes, apoyándose en una sublevación popular pueden lograr imponer parte de sus reclamos, como en el 2001. El peligro para el Pueblo es que estos sectores despierten expectativas en sectores de la rebelión y, una vez obtenidas sus prebendas, la desvíen hacia una vía muerta, como en el 2001. De allí la importancia de que la Unidad y Coordinación Antiimperialista, Anticapitalista y por el Socialismo tenga una definición clara de independencia política respeto a todas las expresiones burguesas de la política nacional, tanto de las conservadoras/reaccionarias como de las pretendidamente nacionales y populares.
 

La pequeña burguesía urbana está virando. De haber (mayoritariamente) votado y tenido esperanzas en el PRO hoy existen importantes sectores que están en una posición crítica; es que la pérdida en las condiciones de vida no sólo afecta a la clase obrera sino también a otras capas de trabajadores, profesionales y comerciantes.
 

La clase obrera ha logrado un interesante grado de recomposición, aunque dicha recomposición se manifiesta fundamentalmente en el campo sindical. Allí logró imponer activistas clasistas y combativos en varias Comisiones Internas o Cuerpos de Delegados y, aunque aún no ha logrado desplazar a las cúpulas burocráticas, si ha podido imponerles a éstas una actitud más confrontativa con la burguesía, aunque no en todos los gremios.
 

En el plano estrictamente político, buena parte de ese nuevo activismo de base es totalmente independiente de cualquier organización política; del resto, la mayoría sigue o ve con simpatía a las fuerzas trosquistas organizadas en el FIT, que son las que más avanzaron entre esa nueva camada, mientras que la parte minoritaria se reparte entre diversos grupos, algunos identificados con el autonomismo, con el guevarismo o con el nacionalismo revolucionario.
 

Aunque compartimos, y muy probablemente continuaremos compartiendo luchas reivindicativas, la divisoria de aguas se establece en torno a la estrategia política. El grueso de la izquierda (trosquista y no trosquista) hace rato que sólo está interesada en ganar algunas bancas en el parlamento burgués, no para usar las mismas con fines revolucionarios, sino para terminar de hundirse en esa charca llamada parlamento. En ese derrape están arrastrando, lamentablemente, a un sector interesante del nuevo activismo juvenil que colocan como cuestión central de su política el ser aceptados por el FIT y así poder aspirar a alguna banca también.
 

Decimos lamentablemente, porque los camaradas no sólo no toman en cuenta que el FIT no existe como tal y que sólo es un acuerdo para cuando llegan las elecciones.
 

Es tan nefasta esta “política” del FIT, que las bancas logradas solo dan cuenta sólo al Partido de quien es encumbrado como diputado, o el cargo que sea. ¿El pueblo?, gracias, bien. Ni más ni menos lo que hace cualquier otro partido de la burguesía. Por su parte la otrora importante fuerza de izquierda en Argentina, el PC, ha terminado adaptándose y aceptando la conducción política e ideológica de un sector burgués como es el Kirchnerismo/PJ
 

Con esta realidad, ¿qué esperanzas -políticas- puede tener la clase trabajadora en estas fuerzas? Ninguna, sin lugar a dudas. Es más, con esa práctica política todas esas fuerzas se alejan más y más de posiciones antiimperialistas, anticapitalistas y de batallar por el socialismo. Están a un paso de la sumisión total ante el bloque de poder dominante.
 

Todas estas fuerzas, las del FIT, como las de quienes “pelean” por ser aceptados, ponen el centro de su accionar en la unidad para la lucha parlamentaria por encima de la unidad para impulsar la rebelión, las asambleas populares y la acción directa.
 

Con el nacionalismo revolucionario podrá diferenciarnos la importancia que le damos a la construcción de la organización política de la clase obrera y del marxismo/leninismo. Sin embargo, compartimos la visión de la importancia del combate, como de todas las formas de lucha, por la 2da y definitiva independencia nacional y, sobre todo, de asumir la rebeldía en contra de las ideas de pacifismo y sumisión que esparcen gran parte de esa izquierda como los sectores dominantes.
 

Compartimos también –y, sobre todo- la rica tradición de enfrentamiento de los 60/70, cuando por primera vez en argentina la clase obrera y el pueblo logró poner en pie –aunque débilmente aún- una alternativa real de poder. Tenemos en común, además, la sangre de los caídos, torturados, encarcelados y desaparecidos de aquella lucha. El intento de poner en pie la OLA (Organización para la Liberación Argentina) que lamentablemente no pudo concretarse por los golpes represivos. Levantamos ambos la lucha de las montoneras, en especial las del Chacho Peñaloza y Felipe Varela en contra del poder unitario y a favor de la Patria Grande latinoamericana.
 

Hoy, cuando la perspectiva más probable del cuadro político es el choque violento de las clases sociales, con un plan represivo por parte de los grupos económicos concentrados, es impensable la posibilidad de una alternativa revolucionaria si no anudamos profundos acuerdos entre sectores del nacionalismo revolucionario, el guevarismo marxista e incluso sectores identificados con el anarquismo.
 

Éste será un acuerdo de unidad y lucha. Unidad contra el enemigo burgués y el imperialismo y lucha político/ideológica –entre camaradas- en el seno del Movimiento Revolucionario.
 

Esta Unidad y Coordinación debe permitirnos construir y desarrollar centenares de Comités de en las principales ciudades y pueblos, cuya principal actividad será la lucha política, aunque sin descuidar la cuestión social. En el plano del combate político debemos poner el acento en impulsar la rebelión popular que viene creciendo desde abajo, lo mismo que las Asambleas Populares o Cabildos Abiertos, la forma en que se expresa nuestro Pueblo por fuera de las instituciones dominantes. Colocar como tema cardinal el legítimo derecho a organizarnos para defendernos de los ataques de las fuerzas de seguridad como de las instituciones del régimen. Educar a nuestro pueblo que a la violencia de la antipatria se le debe responder con la violencia revolucionaria del pueblo. En ese camino, contribuir a recuperar la memoria histórica de la lucha popular. Un pueblo sin raíces difícilmente pueda vencer, pues siempre comenzará de nuevo su combate. He allí la importancia de las palabras de Rodolfo Wallsh.
 

Si bien la tarea primera es colaborar en precipitar la caída de este gobierno, absolutamente ilegítimo y reaccionario, no menos importante es la batalla política contra las tendencias que llaman a creer y apoyar a una u otra ala defensora del gran capital y de la institucionalidad del régimen. Debemos ser implacables, aunque fraternales, a la hora de enfrentar esas posiciones que lo único que hacen es mantener en el engaño a nuestro Pueblo. No hay capitalismo bueno. Cualquier forma de capitalismo es asesina de los pueblos.
 

Consideramos cardinal entablar relaciones fraternales y solidarias con todas aquellas organizaciones que luchan contra el imperialismo, en particular con la lucha revolucionaria que se desarrolla a 2000 kms de Bs. As, en los montes paraguayos.
 

Para nosotros tiene un carácter central el trabajo territorial. De allí que nuestras fuerzas deben estar al servicio de cada lucha que de nuestro pueblo, trabajando infatigablemente en unir a las distintas expresiones políticas populares locales para, juntas, impulsar formas embrionarias de una nueva institucionalidad. No es posible que continuemos trabajando –en un mismo territorio- separados unos de otros mientras el PJ, o algún otro partido reaccionario, conduce los centros barriales que aún reglan la vida de sectores importantes del pueblo.
 

Hay suficiente fuerza organizada en el pueblo como para acometer y concretar todo esto. Lo que falta es la suficiente humildad y grandeza política para hacer realidad este reclamo popular.
 

En lo social y local, impulsar o prestar atención a toda forma de organización que el pueblo se dé para escapar de la miseria y la falta de trabajo. Ser solidarios con aquellas formas autogestionarias de trabajo, como con los colectivos de género, culturales, etc, etc., convocándolos a unir esfuerzos y dar respuesta de conjunto a la política dominante.
 

Organización: para abordar con perspectiva de éxito esta patriada, será necesario adoptar formas orgánicas. Proponemos votar una Mesa Provisoria Nacional con un funcionamiento mensual. La misma estará a cargo (mientras dure su mandato) de garantizar el debate democrático entre los miembros de la Unidad, como también del desarrollo en los distintos distritos de esta Organización. Será, a su vez, la encargada de convocar a los Plenarios y de dar respuesta a las distintas exigencias de la lucha del pueblo. La de ir poniendo en pie un movimiento revolucionario de masas que bajo la bandera de nuestros héroes y mártires, y sobremanera de la figura del Comandante Guevara, convoque y organice a todas/os quienes aspiran a una patria liberada, a una patria socialista.
 

Es hora de volver a levantar alto las banderas y las consignas de la revolución inconclusa. Es hora de comenzar a recuperar lo que tantos años nos vienen despojando, comenzando por la DIGNIDAD. Es hora de hacer realidad la Patria libre, justa y soberana. La patria socialista.
 

No más despojos. No más traiciones.

¡¡Libres o Muertos, jamás Esclavos!!

¡¡A Vencer o Morir por la Argentina!!