Editorial Octubre 2009

 

LA CRISIS DEL "PROGRESISMO":  MAYOR MISERIA, REPRESION Y DEPENDENCIA

 

Días difíciles transita el pueblo argentino. Aupado en las injusticias que se esparcen por doquier, el clima social y el político se enrarecen cada vez más profundamente. Existe indudablemente un avance discursivo e institucional de la derecha más cavernícola del país, que intenta coartar (incluso) cualquier caricatura de política “progresista” que esboza el gobierno k, con las herramientas que el mismo gobierno le ayudó a obtener y sostener, como los medios de comunicación, por ejemplo. Cualquier cosa que se le parezca a “control estatal” es defenestrada con adjetivos tales como “chavista” o “marxista”: claro, porque estas lacras que han sido aliados de los responsables del desastre económico mundial –no se los puede responsabilizar directamente a ellos porque no les da el cuero para semejante cosa- quieren libertad total para explotar, oprimir, hambrear, engañar. El gran problema de las mayorías populares es que el único que puede enfrentarlos con algo de fuerza y organización es, al  menos por ahora, el oficialismo, que no quiere oponerse, sino ser parte legitimada de una de las fracciones burguesas en pugna.

Después de las elecciones del 28 de junio último, parecía que la administración del matrimonio Kirchner caería en una crisis terminal que la inmovilizaría hasta el final de su mandato. Sin embargo, han demostrado que no han perdido la cintura política ni la iniciativa. Podemos mencionar algunos ejemplos

 

1)      Ley de medios audiovisuales. Aquí el gobierno actuó sobre una necesidad impostergable, como lo era reemplazar la ley de radiodifusión de la dictadura militar que aún regía para la actividad comunicacional en el país. Con una agresiva propagandización, el kirchnerismo quiso instalar la idea de que la nueva ley “terminaba con los monopolios” “y te da el poder a vos (al pueblo)”, “democratizando” los medios de comunicación. En la realidad, la nueva ley avanza fundamentalmente contra el monopolio del Grupo Clarín, pero… ¿de verdad “democratiza”, o sólo  pretende cambiar un monopolio por otros, más cercanos a la administración pingüina? ¿Se puede hablar de “avances” cuando se dan derecho formales, pero de hecho los límites económicos seguirán siendo una barrera infranqueable para las organizaciones populares críticas al gobierno? ¿qué garantía de “democracia” es que las autorizaciones para que las organizaciones “sin fines de lucro” puedan acceder a la tenencia de un medio audiovisual, dependan de la arbitrariedad de una Autoridad de Aplicación afín al gobierno de turno (encima, teniendo en cuenta que los que vengan a partir del 2011 pueden estar aún más a la derecha que éste)? Estas cuestiones parecen haber sido pasadas por alto por muchos sectores del campo popular que aceptan “cambiar por cambiar nomás”, sin detenerse a mirar las consecuencias de esos cambios, y si realmente se favorece a las mayorías populares. Más aún si no olvidamos que fue éste gobierno y no otro, el que prorrogó las licencias a los oligopolios de medios que hoy tanto critica.

2)      El retorno al FMI. Como hemos dicho en infinidad de ocasiones desde estas líneas (y, lamentablemente, tuvimos razón), a pesar de las bravuconadas retóricas del gobierno kirchnerista, su pelea con el FMI no tenía futuro, simplemente porque sin sacar los pies del plato de la globalización imperialista, países subdesarrollados como el nuestro siempre van a depender del financiamiento de los organismos de crédito internacional. Y por supuesto que el oficialismo K ni piensa en confrontar con el sistema de explotación. Al contrario: lo avala. Por lo tanto, a través del ministro de economía Boudou, comenzó a gestionar la “reconciliación” con el FMI (con el engaño de que no se van a permitir condicionamientos), única manera de acceder a créditos frescos que el gobierno necesita como el aire para respirar. Esto significa que nuevamente se abrirán las cuentas del país al monitoreo de aquél organismo, que se pagará la deuda al Club de París y que se reabrirá el canje de deuda con los acreedores que quedaron fuera en el 2005. Es decir, más riqueza producida por argentinos que irán a parar fuera de nuestras fronteras. Esto, en el marco de la crisis financiera que, a la vez que provoca aumento  de la desocupacion, la miseria y la marginalidad de nuestro pueblo, tiene ahogadas a las provincias, que no pueden pagar los salarios de los empleados públicos (por lo que muchas están planteándose volver a los bonos tipo lecop o patacón), ni mantener hospitales ni escuelas en condiciones dignas, sin endeudarse eternamente con los organismos de crédito internacional (como el Banco Mundial).

3)     La represión a los trabajadores de la ex Terrabusi (Kraft). En esta pelea que están llevando a cabo los compañeros trabajadores de la transnacional Kraft-Terrabusi se resumen las luchas antiimperialistas y clasistas. La empresa de capitales yanquis no sólo explota y somete a sus trabajadores a condiciones indignas de trabajo (recordamos que este conflicto deviene de un reclamo de los obreros de elementos para prevenir la gripe A, ninguneado por la empresa), sino que ha ignorado y avasallado las leyes argentinas, al desconocer, rechazar e incumplir varias veces la conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo de la Nación, demostrando quienes mandan realmente en nuestro país: las grandes empresas, de las que el gobierno K es tan sólo un vasallo (la descarada intervención de la Embajada de EEUU es propia de la política hacia los países dependientes). Por si hubiera hecho falta una nueva comprobación, bastó ver a la subsecretaria de Trabajo, Silvia Squire, hacer las veces de vocera de la empresa, luego de lo cual se desató la violenta represión contra los trabajadores. El gobierno "nacional y popular" y "de los derechos humanos", contando siempre con la complicidad de la burocracia sindical, ha tergiversado tanto la realidad y los valores, que parecía una broma de mal gusto escuchar al comisario Salvador Baratta hablar de que los represores fueron asesorados por empleados de "derechos humanos del Ministerio de Trabajo". Éste, en realidad, es el gobierno de la represión a la clase trabajadora y las mayorías populares. El de Kraft-Terrabusi es  un caso testigo de lo que más crudamente está por venir, porque sigue siendo el objetivo, ya puesto en marcha, que la crisis capitalista la paguen los trabajadores.

 

Lo descripto anteriormente son sólo “perlas” de una administración que cada vez más claramente y a “cara descubierta” apela a la represión, el clientelismo y la corrupción para mantener su poder. El gran problema del pueblo argentino es que no existe aún una alternativa política que dé posibilidades de concreción a los sueños largamente postergados de una sociedad y una vida digna para la clase trabajadora y las mayorías populares. Desde el PCT tratamos de aportar nuestro grano de arena a esa imprescindible construcción. A pesar de que persisten la desconfianza y la autoproclamación, creemos positiva la continuidad de espacios como “Otro Camino” –aunque más no sea como una coordinadora de luchas”- y la generación de la Central Popular de Lucha, con la que hemos encarado un “Plan Contra la Pobreza y los Privilegios”, política que ataca la esencia de la desigualdad en la sociedad, puesto que no hay privilegios sin explotación y miseria. Es nuestra responsabilidad (y de todas las organizaciones que las integran) lograr que ambos espacios se constituyan en gérmenes de una futura opción política para el pueblo argentino, para lo cual hay que retemplar la fraternidad, la tolerancia y el espíritu unitario entre los que tenemos los mismos sueños de libertad e igualdad.

 

 

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