Paro general en Francia: repudio masivo a las políticas neoliberales


MULTITUDINARIAS MOVILIZACIONES

El jueves 29 de enero el jactancioso presidente neoliberal Sarkozy recibió una bofetada mayúscula, infligida por dos millones y medio de manifestantes a lo largo y ancho del país.
Los recientes atropellos al derecho a huelga en los transportes y la educación, que ahora obligan a declararse huelguista con antelación para organizar el "servicio mínimo", habían llevado al mandatario francés a presumir en diciembre pasado de que "si hoy en Francia se hace una huelga, ya no lo advierte nadie". Con el país medio paralizado, le dimos un mentís rotundo.
La movilización nos sorprendió a nosotros mismos, y en especial la nutrida participación de los trabajadores del sector privado, que apenas se veían en la calle desde hacía un montón de tiempo. A los bastiones obreros tradicionales, como las industrias automóvil o química, se sumaron nuevos sectores con poca tradición reivindicativa, en especial muchos empleados de hipermercados. También estaban obreros y empleados de un sinfín de pymes de todos los sectores imaginables.
Claro que el sector público también se movilizó masivamente, y no sólo los gremios que tienen luchas pendientes (educación, ferrocarriles, correos…) sino también gente de todas las administraciones, hasta meteorólogos, bomberos y policías. Lo notable de la participación fue que alcanzó de golpe niveles obtenidos en 1995 después de varias semanas de lucha.
En la educación, el acatamiento al paro osciló según los lugares entre el 60 y el 100 por ciento. No es para hablar mal del vecino, pero el que suscribe vio en la marcha a colegas que nunca se metían en nada y se habían cosechado fama de medio esquiroles. Entre las consignas coreadas, una cancioncita tuvo especial éxito: Todo es nuestro, nada es suyo, cuánto tienen lo robaron, reparto del trabajo, reparto’e la riqueza, que ya viene el reventón
Notable también es que en muchos lugares, después de las marchas, hubo asambleas de huelguistas para debatir de la continuación del movimiento. Se trata de asambleas que agrupan tanto a los sindicalizados como a los que acabaron por desconfiar de los sindicatos, pero no de la lucha, y resulta que en Francia son bastante numerosos. Recordemos que sólo en el gremio docente, para dar un ejemplo, existen más de seis sindicatos distintos, y se da la misma situación en otros sectores.
Tal división sindical representa en muchos casos un freno a la acción. Las asambleas de huelguistas contribuyen a impedir que cada aparato sindical juegue su propio juego, y a hacer que los huelguistas se apoderen de su movimiento. Ya habíamos logrado imponer esta sana costumbre en la educación; lo novedoso y bueno es que esta vez muchas asambleas fueron interprofesionales. De ellas salieron un montón de propuestas locales para seguir con la protesta y mantener la movilización.
De todas maneras, algunos sectores decidieron ya continuar la huelga: así las universidades, por el deterioro que quiere imponer el gobierno en el estatuto de docente - investigador de los profesores de universidad así como en el sistema de formación y enganche de los profesores, y también en los institutos de enseñanza profesional, cuya "reforma" proyectada se encamina de hecho hacia dejar a la patronal la formación profesional.
Los meses que vienen van a ser interesantes.

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