En EEUU hubo una terrible hambruna que sesgó la vida de 8,5 millones de obreros y campesinos

 


Recientemente se ha generado controversia en la famosa enciclopedia online "Wikipedia" debido a la censura por parte de sus gestores del artículo que habla de la gran hambruna generada durante la gran depresión norteamericana.
Según investigaciones de Boris Borisov en su conocido trabajo “The american Famine” más de 8 millones de personas fallecerían entre 1932 y 1940 por causas directas generadas por la gran depresión capitalista, así como más de 5 millones de personas asentadas en el campo serían desplazadas de sus hogares al no poder hacer frente a la soga que el capital financiero puso sobre su cuello.
Lo que para los historiadores capitalistas fue una "colectivización forzosa" del campo en la URSS parece que pasa desapercibido cuando sucede en tierras norteamericanas omitiendo vilmente el exterminio sistemático del pequeño agricultor para mayor gloria de los terratenientes aliados de la burguesía.
La investigación de Borisov está basada en los propios documentos de la “US Census Bureau”, por lo que las cifras podrían ser muchísimo más elevadas, ya que en los EEUU nunca ha existido un censo fiable y completo ni siquiera hoy en día, que decir en los años 30 donde la mayoría de los trabajadores no existían en ninguna base de datos de la seguridad social, de las autoridades viales ni mucho menos en los censos electorales, los cuales hoy en día siguen siendo casi inaccesibles para las clases populares norteamericanas.
Exactamente al mismo tiempo que los terratenientes (Kulaks) en la Unión Soviética boicoteaban la producción y distribución alimentaria para enriquecerse, en los EEUU los grandes terratenientes quemaron más de 10 millones de hectáreas cosechadas y aniquilaron más de 6,5millones de cabezas de ganado para subir artificialmente los precios y enriquecerse sin importarles que millones de trabajadores y pequeños agricultores dependieran de ese alimento.
Como podemos ver, terratenientes y burgueses actúan de la misma manera ya sea en los EEUU o en la URSS, la diferencia fundamental es que las autoridades soviéticas persiguieron esas prácticas y eliminaron a los grandes terratenientes para beneficio de la mayoría de la población, mientras en EEUU se enriquecieron más y más apoderándose de las tierras de los pequeños agricultores.
La solución aportada por el gobierno norteamericano, el conocido “new deal”, el cual fomentaba la obra pública independientemente de su necesidad, fue criticado hasta por los teóricos burgueses, ya que se iniciaron obras en condiciones paupérrimas, muchas veces sin mucha utilidad para la sociedad. Las condiciones de trabajo en pantanos y otras zonas de alto riesgo se llevaron la vida de millares de trabajadores los cuales cobraban 30$ al mes, pagando 25$ de impuestos, es decir lo justo para poder alimentarse y enfrentarse a otro día de trabajo infernal y asesino.
En un contexto de semejante injusticia social no fueron pocas las revueltas populares. El capitalismo norteamericano generó campos de concentración donde “mantenía” como si de refugiados de un conflicto bélico se tratasen a más de 2 millones de jóvenes trabajadores sin empleo. En esos mismos campos de concentración encerrarían posteriormente a los asiático-americanos durante la guerra contra Japón. Sus prisioneros serían objeto de todo tipo de terribles sufrimientos, así como de criminales pruebas médico-farmacéuticas enriqueciendo más y más a los de siempre. La salida de la crisis ya la conocemos todos, 50 años de guerra e imperialismo permanente, 50 años de opresión de clase y nación, 50 años de explotación y hambre para el mundo.
Es evidentemente que la burguesía tiene mucho interés en acallar estos sucesos y muchos otros, sin embargo estos días vemos como los EEUU de la mano del lacayo y fascista gobierno de Ucrania tratan de pedir a la ONU que la llamada “hambruna ucraniana” sea reconocida oficialmente como genocidio planificado y elaborado por el gobierno soviético –Stalin a la cabeza, por supuesto-. Este mismo gobierno es el que ha premiado y galardonado a los colaboracionistas nazis ucranianos, así como censura a los familiares de las víctimas de los nazis, ningunea a los gloriosos combatientes que hicieron frente al nazismo y criminaliza al ejército rojo.
No es de extrañar que los primeros en hablar sobre el “genocidio en Ucrania” fueran los mismísimos nazis, de la mano de su infame Ministro de Propaganda Josef Goebbels, como una de sus viles tretas para difamar al socialismo y a los dirigentes de la URSS. La censura y la caza de brujas llega hasta tal punto que se persigue a reconocidos historiadores con prestigio internacional como la conocida Anne Lacroix-Ritz, docente de historia contemporánea en la Universidad Paris VII, amenazada por publicar diversos estudios sobre el tema negando las tesis fascistas.
Al igual que hablar del exterminio Nazi se omiten los millones de comunistas, socialistas, anarquistas y feministas asesinadas por razones políticas, –junto a los homosexuales, discapacitados y minorías étnicas por supuestas razones genéticas- cuando se habla de propaganda Nazi sólo se habla de la relativa al pueblo judío y sus supuestos complots internacionales, mientras que se omite toda la campaña de desprestigio, difamación y criminalización hacia los comunistas y socialistas. La foto que resume este cuadro es la de Enrich Honecker y otros prestigiosos dirigentes socialistas europeos, encerrados en prisión con la restauración del capitalismo en las mismas celdas donde una vez los encerraron los nazis y sus aliados europeos. Burgueses, fascistas y revisionistas se han servido durante decenios de la misma propaganda para destruir todo tipo de lucha organizada por la defensa de los intereses de los trabajadores. Por eso los comunistas nunca les hemos tenido miedo, porque consideramos que la verdad es revolucionaria, porque de la historia aprendemos valiosas lecciones y porque empuñamos la razón materialista como la más poderosa de las armas frente a los embustes y espejismos de los explotadores y su inmensa maquinaria propagandística.
Ni su censura, ni sus prisiones, ni sus asesinatos podrán instaurar jamás una paz entre clases antagónicas. A ellos sólo les queda la salida de la represión y nuestro deber es responder desde todos los frentes unidos como un puño hasta la victoria final.

 

A. Mariño

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