Fundadores del socialismo: Paul Lafargue


Paul Lafargue, (Santiago de Cuba, 1842-Paris, 1911)

Considerado por Lenin como "un fiel propagador de las ideas del marxismo", y como uno de los "sabios y luchadores" más distinguido" del socialismo, fue además uno de los fundadores de la socialdemocracia francesa y jugó un notable papel en el nacimiento de la española. Hijo único de una familia de antiguos plantadores, con sangre francesa, dominicana y cubana. En 1851 se trasladó a Francia con sus padres, estudiando en Burdeos y años más tarde en Toulouse, y finalmente a París para estudiar medicina, carrera que una vez concluida no querrá ejercer. Siendo estudiante se declara republicano y socialista, materialista y ateo, colabora con el que será su cuñado, Charles Longuet en la revista Rive Gauche, siendo expulsado de todas las Facultades que frecuenta. Será uno de los animadores del Congreso Internacional de Estudiantes. Positivista y proudhoniano, Lafargue es un militante inquieto. En 1865 visita a Marx en Londres y se adhiere a la Primera Internacional, y continuó sus estudios en Londres. Al año siguiente será nombrado miembro del Consejo Federal y más tarde enviado a España como secretario del mismo.
Por esta ­época conocerá, cortejará y se casará --a pesar de la oposición paterna-- con la hija menor de Marx, Laura, que se convertirá en su compañera y colabora hasta su muerte (sus tres primeros hijos mueren apenas recién nacidos). Tras la caída del Imperio, Paul Lafargue se encuentra en Francia, concretamente en Burdeos donde dirige la sección local de la AIT y su periódico, La Tribune, rechazando una prefectura que le es ofrecida, y con ella cualquier com­promiso con la burguesía. Cuando se proclama la Comuna de París, Lafargue se encarga de buscarle apoyos en las provincias. Finalmente, logra introducirse en París y participa durante cuatro semanas en las actividades comuneras. Perseguido por la policía de Thiers, se refugia en España. Thiers reclama su extradición acusándolo de toda clase de crímenes. Detenido en Huesca, es liberado poco después.
Permanecerá un año en España colaborando con la se sección española de la AIT. Junto con Pablo Iglesias, Mora y Mesa encabeza la fracción marxista como representante de las secciones de Madrid y Lisboa, en el que será el último Congreso de la AIT en La Haya. La mayoría bakuninista lo expulsan de la Federación madrileña. La conexión entre Paul Lafargue y los socialistas españoles se prolongará hasta el final de su vida, siendo uno de los autores marxistas más traducido al castellano su tiempo.
Establecido en Londres de nuevo, Paul participa desde el principio con el grupo que edita L´Egalité y en la difícil reconstrucción del movimiento obrero francés junto con Guesde. Es detenido por su protesta contra la prohibición del previsto Congreso Obrero internacional. Después de su proceso, lanza un programa llamado de los Socialistas Revolucionarios, y en 1880 viaja a Londres para redactar con Marx y Engels el programa constituyente del Partido Obrero Francés. Este año escribe su obra más celebrada, El derecho a la pereza, heterodoxa e irónica, una de las más frescas y valiosas del primer marxismo, una crítica virulenta contra las concepciones burguesas que estiman el trabajo como una virtud.
Paul Lafargue comprende que el "ocio creador" es un privilegio de la clase dominante que se funda en la esclavitud asalariada. Considera que el trabajo es un "dogma desastroso" y reivindica las palabras de Lessing que dicen: "seamos perezosos en todas las cosas, excepto en amar y beber, excepto en ser perezosos". En 1882 regresa a Francia gracias a una amnistía. Encuentra trabajo en París como redactor de una compañía de seguros, pero no durará mucho tiempo. Tendrá que vivir de la pluma y conoce graves dificultades que serán paliadas por Engels --que le criticará por su poco rigor en las traducciones y en la explicación de las ideas de Marx--, que finalmente le hará heredero de su fortuna.
Lafargue será junto con Guesde el principal dirigente del partido y su mejor exponente teórico. Escribe en toda la prensa socialista y viaja de un lado para otro dando conferencias; su mujer lo llamará "el judío errante". Su pluma es terrible, no respeta ningún símbolo del sistema democrático burgués. En 1883 es detenido y condenado a seis meses de prisión, siendo acusado de "favorecer y propugnar la muerte y el pillaje". En 1886 será nuevamente detenido y procesado por su campaña antimilitarista y su apoyo decidido a las luchas obreras que tienen lugar en Decazeville.
También será uno de los fundadores de la segunda Internacional, y saluda el Primero de Mayo escribiendo: "Por primera vez, la historia de la humanidad ha mos­trado el gran espectáculo de los proletarios del mundo entero unidos por un mismo pensamiento, movidos por una misma voluntad y obedeciendo una misma consigna”. Después de ser detenido por su denuncia de la matanza de Fourmies --donde el ejército haría una demostración de su eficacia utilizando los novedosos fusiles Lebel--, consigue ser diputado. De su actuación dice un representante burgués: "Con Lafargue ha entrado en el parlamento el colectivismo". No se queda encerrado en la cámara, aprovechando su puesto desarrolla una continua labor de agitación como "viajero del socialismo".
Aunque estrechamente vinculado con la figura de Guesde y su política cuyas características define según Claude Willard por "su vocabulario revolucionario e internacionalista, (pero que) se instala en un reformismo electoral, parlamentario, (y) se abandona en un patriotismo que llega en ocasiones al chovinismo". La situación de PL es de la de un luchador situado como guardaflanco del partido que actúa sobre todo como agitador, propagandista y polemista, sin desarrollar nunca una obra concienzuda. Aparte de El derecho a la pereza, destaca sus escritos de crítica a la ideología burguesa --a la religión en particular--, y en menor medida sus trabajos sobre economía, distinguiese un libro notable sobre los trutst en el que analiza certeramente la evolución del capitalismo norteamericano. Sus posi0iones favorables a la huelga general, su definición del partido como partido revolucionario que "defenderá en todo momento una línea de clase", sus continuos posicionamientos lo sitúan claramente en la izquierda socialista internacional.
Paul Lafargue se suicidará junto con Laura el 26 de noviembre de 1911, con la siguiente explicación: "Estando sano de cuerpo y espíritu, me quito la vida antes de que la impecable vejez me arrebate uno después de otro los placeres y las alegrías de la existencia, y de que me despoje también de mis fuerzas físicas e intelectuales; antes de que parali0e mi energía, de que resquebraje mi voluntad y de que me convierta en una carga para mí y para los demás. Hace ya años que me prometí a mí mismo no re­basar los setenta, siendo por ello por que elijo este momento para despedirme de la vida, preparando para la ejecución de mi resolución una inyección hipodérmica con ácido cianhídrico. Muero con la alegría suprema de tener la certidumbre de que, en un futuro próximo, triunfará la causa por la que he luchado durante 45 años. !Viva el comunismo! !Viva el socialismo internacional!". Lenin comentó en la ocasión: "Un socialista no se pertenece a sí mismo sino al partido. Si puede en lo que sea, ser útil todavía a la clase obrera, por ejemplo, escribir aunque no sea más que un artículo o llamamiento, no tiene derecho a suicidarse".
Algo sobre lo que habría mucho que discutir.
La edición más importante de Lafargue en castellano son sus Textos escogidos (Ciencias Sociales, 1976, La Habana, Selección e introducción de Salvador Morales) De El derecho a la pereza existen varias ediciones, pero la más completa quizás sea la preparada por Manuel Pérez Ledesma para Fundamentos y que comprende también La religión de la burguesía. Júcar editó ¿Porqué la burguesía cree en Dios?, y al menos que yo sepa, hace tiempo que no se reedita.


Pepe Gutiérrez-Álvarez en Kaos en la Red

volver