Llamamiento

 AL CONJUNTO DE LAS FUERZAS POLÍTICAS, GREMIALES Y ESTUDIANTILES POPULARES

 

La situación que atraviesa nuestra clase y pueblo ameritan la más amplia unidad del conjunto de las organizaciones obreras y populares que estén convencidas de cambiar la agobiante realidad que nos toca vivir.

Dentro de las reglas de juego actuales, donde el Capital avanza despiadadamente sobre los derechos y la calidad de vida de los asalariados, el futuro inmediato presagia mayores sufrimientos y dolores. A caballo de un virus la burguesía está llevando un ajuste fenomenal sobre la clase obrera y un ensayo de control social a nivel planetario que, por supuesto, repercute en nuestro país.

Sus voceros no se cansan de repetir que el mundo que viene será diferente al que conocimos. En realidad será peor: el mismo sistema de explotación pero mucho más cruel, injusto, opresor y desigual. Es que la propuesta de las clases explotadoras es mayor miseria y barbarie para la población después que se haya superado la pandemia. ¡¡Hablan de que al término de la misma el mundo tendrá entre 434 y 611 millones de nuevos pobres!! La OIT estima que ya se han destruido más de 300 millones de puestos de trabajo en lo que va del año, y que a fines del 2020 esa cifra llegará a 1.500 millones. Quienes conserven el trabajo será bajo nuevas reglas laborales y con salarios a la baja como ya se están imponiendo.

Como siempre, dentro del sistema burgués, todas las crisis que causan los de arriba para recomponer el capital, necesariamente terminan, también, recomponiendo las relaciones de las formas de reproducción del trabajo asalariado y todas las formas de explotación en el mundo capitalista. Y ésta, más profunda aún que las de 1930 y 2008, los dueños del poder económico no quieren que sea la excepción. Ya lo dijo “don Alberto”: “prefiero 10% más de pobres y no 100mil muertos”. Jamás se le escaparía “prefiero 10% menos de ricos ..”.

En nuestro país la propuesta de las clases dominantes para hacer viable el ajuste es conformar un llamado Comité de Crisis, copia fiel de la propuesta duhaldista de los años 2001/02. O sea, convertir a las organizaciones populares, sindicatos, iglesias, en los verdugos de la clase, actores fundamentales del plan de ajuste y miseria, mientras mantienen paralizados al grueso de  los asalariados con una campaña de pánico sobre los riesgos del  coronavirus; y las nefastas burocracias sindicales acuerdan salarios a la baja “para mantener los empleos” de los  trabajadores. Enfrentar esto requiere de una coordinación cuyo centro sea la lucha por la independencia política de nuestra clase.

Aún así tenemos destellos, en los distintos conflictos que se suceden, de la situación que muy probablemente vivamos en cuanto el temor al virus se traslade al temor de no comer. El IFE es una miseria ($10mil en dos meses de cuarentena) y los bolsones de comida no alcanzan para todos.

Una situación política y social así está expresando que nos encontramos en el momento en que se plantea la consolidación de la barbarie capitalista o el camino hacia el triunfo de la revolución social. Que se imponga una u otra depende en gran medida de la acción consciente de los sectores socialistas y revolucionarios. En situaciones como éstas es donde aflora también la represión para-estatal a cargo de bandas y/o patotas que manejan el “negocio” de la droga, la trata de personas, el juego clandestino y la prostitución -entre otras cosas- que ya dominan algunos territorios. Hay muchos ejemplos de esto: en Penta, por mencionar alguno de ellos, la patronal mantiene en las instalaciones a barrabravas para evitar la toma del Frigorífico por parte de los trabajadores.

Ello nos plantea la necesidad de una coordinación nacional asentada firmemente en coordinadoras distritales con verdadero peso de movilización, lo que supone unir un Programa nacional con una atención especial en la construcción territorial. Es necesario echar raíces política, social, cultural y económicamente en nuestras barriadas reforzando, entre otras cuestiones, los lazos de solidaridad.

Una realidad así supone la necesidad de alcanzar grados de unidad y coordinación para las cuestiones más elementales, como atender al problema del hambre, la prepotencia policial y para-policial, la cuestión de los migrantes, la creación de “fronteras” entre municipios, la “militarización” de barrios y fábricas y la continuidad de los servicios básicos: gas, electricidad, agua, etc, como también para colocar el horizonte de una sociedad nueva donde tod@s podamos vivir dignamente.

Es con esta intención que un grupo de organizaciones políticas y sociales realizamos un llamado a auto-convocarnos para debatir la puesta  en marcha de una herramienta acorde a este desafío.

La crisis del 2001/02, menos severa que la que hoy está en curso, hizo nacer las llamadas Asambleas Populares, verdaderos gérmenes de un nuevo Poder. No sería nada extraño que dicha experiencia adquiera mayor desarrollo ante esta situación pues aún pervive en la conciencia del Pueblo dicha experiencia.  En todo caso será nuestra responsabilidad, como organizaciones del campo popular, estar atentos y proponer los mejores cursos de acción que permitan al pueblo trabajador tomar en sus manos los asuntos públicos.

Es éste, y sólo éste, el ánimo que nos convoca.

 

ENCUENTRO SOCIALISTA ANTIIMPERIALISTA