Asturias 1934: vida y muerte de José María Martínez

 


En octubre próximo se cumple el 75 aniversario de los hechos de Octubre de 1934, una clave de bóveda para comprender el curso social que estaba tomando la República…Su importancia está fuera de toda duda, de ahí que los “historiadores” que escriben para la base social de lo que fue la España “nacional”, estos hechos sean utilizados como una declaración de guerra civil por parte de la izquierda socialista y del movimiento obrero…Por su parte, los historiadores adscritos a la historiografía liberal-republicana (para los que la República liberal fue el “non plus ultra” de la historia al igual que actualmente lo es la democracia), critican esta manipulación para “justificar” en lo posible la acción aventurera de la izquierda radical, obligada en buena medida por los excesos verbales de Gil Robles y de la CEDA, y claro está, por las victorias del nazismo en Alemania en 1933, y el golpe de Dollfus en Austria a principios de 1934. Semejante justificación quedará enmarcada por la reparación del acuerdo del Frente Popular que entrega nuevamente la iniciativa a la coalición republicano-socialista que ya había mostrado sus límites en el primer bienio republicano…
A afectos de esta conmemoración y dentro de su modestia, la Fundación Andreu Nin ya tiene previstas unas jornadas en Asturias para la segunda mitad del próximo octubre, y cuanto meno otra para Barcelona. De momento ya hay algunos dispositivos en marcha, uno es el libro que ha publicado Antonio Liz, Octubre de 1934. Insurrecciones y revolución, en la colección España en Armas de la editorial Renacimiento de Sevilla. Es posible que esté además una antológica de escritos de Joaquín Maurín de la época preparada por Andy Durgan con el título Socialismo o fascismo…También está en marcha un extenso “dossier” sobre 1934 para la revista Viento Sur con artículos de Miguel romero, Pelai Pagès, Andy Durgan, Antonio Liz, “dossier” del que soy responsable. En la Web de la misma revista se reeditará al completo el número especial que publicó la revista teórica de la LCR Imprecor, en octubre de 1984, a los 50 años…
Existen muchísimas vías de abordar este extraordinario episodio histórico con toda su grandeza, y con todas sus contradicciones y limitaciones. Una de ellas puede ser recordar a alguno de sus principales protagonistas, papel que sin duda ocupó y muy especialmente José María Martínez, destacado anarcosindicalista asturiano (Prunales, Cangas de Onís, 1884-Sotiello, 1934). Al parecer inició su vida militante en La Felguera, trasladándose a Gijón en 1917, hacia 1920 era ya un conocido conferenciante en el Ateneo de Oviedo y un año más tarde es detenido en Gijón. Al principio de la década permaneció en el Nalón afiliado a la asociación minera anarquista, El despertar del obrero. Perseguido continuamente por sus actividades como agitador, es ya un militante de prestigio nacional al nacimiento de la República. Entonces se le encomiendan tareas de importancia como «limpiar de comunistas y trotskistas los sindicatos mineros anarquistas» (Iñiguez), toda un punto a tratar ya que todo índica que los sindicatos mineros eran como la “casa” delos anarquistas y había que “limpiar” a los que eran ajenos a ella, y eso al margen de lo que hicieran, simplemente por determinada filiación, aunque podían seguir siendo católicos, masones o machistas, cualquier cosa que no aspirara a la pluralidad
Pero el caso es que con ocasión del debate sobre la Alianza Obrera, Martínez se convirtió en el principal defensor de las tesis unitarias. Muy influenciado por Orobón, con el que mantenía correspondencia, proclama frente a los «puristas»: «Se ha afirmado en el Pleno de Regionales que 2 UGT en sentido autoritario y 2 CNT en sentido libertario no podían resultar igual a 4 libertad. Yo entiendo, en cambio, que 2 UGT-Revolución y 2 CNT-Revolución dan 4 Revolución. Lo que ha de salir de la Revolución, el proletariado lo dirá cuando esté en la calle. España, por sus características tiene la posibilidad de establecer un régimen opuesto al centralismo. Las revoluciones se saben cuando empiezan; pero se ignora cuando terminen y donde se detienen. La Alianza Obrera es, pues, indispensable». Martínez colaboró ampliamente en la prensa anarquista y ha sido muy revalorizado como orador y organizador. Su muerte no ha sido todavía aclarada: su cadáver apareció en Sotiello en plena revolución asturiana. Joaquín Maurín, principal artífice de la Alianza Obrera, escribió páginas muy elogiosas sobre él Revolución y contrarrevolución en España (Ruedo Ibérico).
Estos días, repasando el libro que le dedicó su compañero Ramón Álvarez en una esforzada edición propia: José Mª Martínez. Símbolo ejemplar del obrerismo militante. Caído, arma en brazo, en la revolución de 1934 (Gijón, 1990, he encontrado una “nota final” que presenta así: “Probablemente porque 1984 era el cincuentenario de la insurrección asturiana de 1934, celebrado en diversos puntos de la región y hasta en la misma universidad de Oviedo -con conferencias, mesas redondas, sin que faltase la polémica entre historiadores y protagonistas de la ‘Comuna”, me pasó por alto un artículo de Manuel Grossi, valiente adalid de aquella lucha, que precisamente me escribió por aquellos días, desde el exilio, recordándome que debíamos participar juntos en una mesa redonda en Mieres y para felicitarme por un trabajo que publiqué en LA NUEVA ESPAÑA, en torno a octubre. Dice Grossi (LA VOZ DE ASTURIAS, 21 de octubre 1984) en ese artículo que me procuró años más tarde la hija de José M. Martínez”.
Curiosamente, hace muy poco que se han editado las “Cartas de Grossi” escritas como jefe miliciano desde el frente de Huesca. Se trata de una edición de Salvador Trallero para Seriñena Editorial con una presentación de Pelai Pagès, y sobre el que hablaremos en una próxima ocasión…De momento, ahí va la nota incluida en el libro de Ramón Álvarez…

LA MUERTE DE JOSE MARIA MARTINEZ

LIDER CENETISTA DE GIJON. EN 1934

De aquel octubre de 1934 ya se han sucedido cincuenta años, y aún se continúa queriendo borrar la verdad de lo que sucedió entonces. Se habla hoy de José María Martínez, aquel líder de la CNT como indiscutible hombre de la clase obrera. Si, ello es verdad, José M. Martínez, dejó un reguero de lealtad dentro del movimiento obrero que sólo puede ser igualado por otro auténtico revolucionario como lo era él, pero difícil será que brote. Más al recordar su muerte, en aquel octubre de 1934, se reseña el hecho de una manera distinta a como en realidad sucedió. En escritos aparecidos poco antes de la guerra civil en Barcelona, como más tarde en el exilio, se ha dado en decir que José María Martínez, había sido eliminado físicamente por alguno de los compañeros anarquistas de una localidad asturiana, lo que jamás se ha llegado a certificar.
El día 12 de octubre del año 1934, y a eso de las tres, fue encontrado muerto en Sotiello, pueblo lindante con la población de Gijón, a una distancia de unos ocho kilómetros de esta última. José María Martínez estaba con el pecho taladrado por una bala de fusil Máuser, tendido sobre la trinchera del ferrocarril de Langreo.
Resulta que, ya fracasado el movimiento revolucionario en Gijón, José María Martínez se trasladó a La Felguera con otros camaradas de la CNT. Tanto en La Felguera, como en Oviedo, José María prosiguió su actividad revolucionaria. Pese a que en Gijón se había sufrido una derrota en la batalla, la acción del revolucionario confederal no había decaído. Creía sinceramente en la revolución. Nada ni nadie le podían apartar de la vanguardia del combate. Fue uno de los que, desde La Felguera, marcharon hacia Oviedo para plantearle al Comité Central Revolucionario, la imperiosa necesidad de intensificar la lucha con vistas a la toma de la capital de la región, Oviedo. Sus consejos e iniciativas eran atendidos con respeto. Y, pese a lo que se ha dicho en repetidas ocasiones de que al correr de la lucha se había distanciado de los socialistas, no hay nada de verdad en ello.
José María Martínez, ocupó un puesto en el Comité Revolucionario de Oviedo, y ello lo hacía en representación de los confederales de Gijón, que jamás habían puesto en duda la lealtad de su camarada.
En la noche del 9 al 10 de octubre, en la reunión del Comité Revolucionario Central, donde también se encontraba presente José María Martínez, se acuerda el obtener medios económicos para poder ayudar a los camaradas que se han significado más visiblemente en la batalla. Sobre todo los camaradas componentes de los Comités de Guerra y Comités Civiles. Unos jóvenes mineros, con algunos camaradas responsables, se encargan del ataque a los Bancos. La cantidad de dinero recuperada nadie la puede certificar, porque no se ha contado (por lo menos que yo sepa). Lo que si se ha hablado, es que lo que se pudiera poner a salvo, sería destinado a la reaparición del periódico ‘AVANCE” y de la prensa confederal, que naturalmente habría que poner en marcha como principio prioritario. Serían las dos de la madrugada del día 11, cuando se reúne el Comité Revolucionario. En esta reunión se encontraban presentes José María Martínez y otros dos compañeros de su organización, que cuando sean publicadas estas líneas, aún podrán certificar mi reseña. A los comunistas que ya habían iniciado su rosario contra la Alianza Obrera, se les había dado puestos en el Comité Central Revolucionario y estaban también presentes en esta reunión. Llegadas las tres de la madrugada, el Comité Revolucionario abandona sus funciones por considerar fracasada la insurrección. José María Martínez, después de hacerse cargo de una importante cantidad de dinero, sale de Oviedo diciendo que irá a La Felguera; así sucedió. Reunido con el Comité de dicha localidad, les hace saber lo acordado por el Comité Revolucionario Central en Oviedo, que por cierto no cae bien entre los camaradas anarquistas de La Felguera. Ya tal tono ha llegado la discusión que no ha faltado algún elemento que ha tratado de traidor a José María Martínez. Dada la situación creada, y en vista de que los compañeros de La Felguera no atendían a ninguna clase de razonamientos, el bueno de José María Martínez, abandona aquel lugar manifestando que se encaminaba hacia Gijón. Que lo haría haciendo frente a la muerte, con el corazón oprimido, pero con la frente alta, orgulloso de haber cumplido con su deber de hombre integral de la Confederación Nacional del Trabajo. Esto sucedía el día 11 de madrugada.
El día 12 de octubre, ya llegadas las tres de la tarde, aparecía José Maria Martínez en Sotiello (Gijón), pero muerto por una bala de fusil Máuser que le había taladrado el pecho. ¡Ingrato destino! Pero lo que es preciso aclarar, es que cuando José María Martínez se ha despedido de los camaradas del Combate Revolucionario Central en Oviedo, llevaba una crecida cantidad de dinero, de miles de pesetas, y cuando se le descubrió muerto, no tenía ni un solo céntimo en los bolsillos. ¿Quien puede aclarar esto?

Pepe Gutiérrez-Álvarez en Kaos en la Red

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