Millones de niños merecen una vida mejor

Cada año millones de niños mueren de hambre y de enfermedades prevenibles

 
MARIELA PÉREZ VALENZUELA
mari.pv@granma.cip.cu
Mientras los niños cubanos poseen suficientes razones para festejar el Día Internacional de la Infancia, este primero de junio, otros millones sufren hoy en el mundo los flagelos de la guerra, el hambre, la violencia doméstica, la explotación laboral, e incluso las enfermedades de adultos, como el SIDA.
A pesar de la preocupación de organismos internacionales y gobiernos por hacer de la infancia la etapa más feliz de la vida de las personas, en la mayoría de las naciones los chicos son víctimas de un sistema en el que reina la desigualdad humana y social.
Muchos pequeños amanecen a diario, en distintas partes del orbe, escarbando en basureros o pidiendo para comer, lavando automóviles, prostituidos o huérfanos del SIDA.
Se calcula que en África, en el 2003, unos 43 millones habían perdido a sus padres a causa de esa enfermedad, cifra que podría elevarse a 50 millones en el 2010.
En los inicios del siglo XXI, es muy triste la realidad de los infantes, expuestos a todo tipo de crímenes sociales. En América Latina, 80 000 menores de 18 años fallecen cada año por la violencia, según estadísticas de la UNICEF, cuando tal situación puede ser evitable.
La casi totalidad de los niños pobres vive en países del llamado Tercer Mundo. Ellos son olvidados, invisibles ante los ojos de autoridades insensibles y de una sociedad que evita reconocerlos como uno de los graves problemas heredados de políticas económicas equivocadas, corrupción y falta de voluntad política.
Estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que más de 10 millones de menores de 5 años mueren cada año en todo el mundo por dolencias curables como la neumonía, para la cual existen tratamientos y medicamentos.
El costo económico es irrisorio si se compara, por ejemplo, con los últimos 100 000 millones de dólares aprobados para la guerra de Estados Unidos en Iraq o los 17 000 millones de dólares invertidos cada año por los norteamericanos y los europeos en comida para mascotas.
Trabajar para ayudar a la economía familiar es otro de los dilemas que sufren los niños, alejados de los sueños infantiles para enfrentarse a la necesidad de la sobrevivencia.
Un informe del 2006 de la UNICEF indica que de los casi 218 millones de niños mayores de 5 años de edad que laboran en el planeta, casi el 70% de ellos lo hace en tareas agrícolas, el 22% en el sector de los servicios y el 9% restante en la esfera industrial.
Alrededor de dos millones atrapados en conflictos armados están sometidos también a la explotación sexual y actos de violencia física, además de ser empleados como combatientes u otras tareas.
A este sombrío panorama se añade que el tráfico infantil se ha convertido en un lucrativo negocio mundial, que mueve unos 8 000 millones de dólares.
Aunque increíble, más de la mitad de los nacimientos ocurridos en los países pobres no se registran, de ahí que más de 50 millones sean ignorados como ciudadanos, según la UNICEF.
El mundo rico tampoco escapa. Según Naciones Unidas, en países industrializados unos 50 millones de infantes viven por debajo del nivel de pobreza.
Se calcula que unos 500 000 laboran en la agricultura en Estados Unidos, sin protección legal, muchos de ellos procedentes de familias hispanas inmigrantes.
En ese país 13 millones son hijos de indocumentados, y aunque los pequeños sean ciudadanos estadounidenses, el temor a que se conozca la condición de sus progenitores conlleva a que no participen de programas sociales por miedo a ser discriminados o sufrir otras consecuencias dado el estatus migratorio de los adultos.
El destino de muchos pequeños está trazado desde que nacen, fundamentalmente el de las niñas a causa de la discriminación entre géneros. De ahí que para la UNICEF eliminar las diferencias y promover la autonomía de las mujeres "tendrá consecuencias profundas y positivas sobre la supervivencia y el bienestar de la infancia". Ellos merecen por igual una vida mejor.
http://www.granma.cubaweb.cu/2007/05/31/interna/artic02.html
 

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