Ese frente antifacista que se estaba dando de hecho

 

No estamos todavía frente a las elecciones. La campaña electoral se empieza prematuramente para aplacar la lucha en las calles. Los políticos del régimen proponen ahora a la clase obrera y a los sectores oprimidos la participación en las urnas como única arma decisiva en la lucha contra el gobierno que los golpea con crueldad. No es verdaderamente decisiva ni la única importante. Este gobierno dictatorial ha surgido también de “las urnas” y del apoyo de los mismos personajes corruptos y sectores políticos decadentes que hoy se postulan como la única alternativa para salvar a los argentinos.

 

Solamente la ingenuidad, la desinformación y la acción sicológica pueden llevar a creer que los mismos que llamaron a votar por Macri, o participaron con maniobras políticas en su éxito, van a congregarse en una gran unidad como alternativa verdadera a la continuidad de este régimen que ya muestra sus garras de dictadura.

 

Se recrea otra vez, como una posibilidad real, el mito de que el estado de los monopolios, puede llegar a ser “nacional y popular”. Es presentado como un estado neutral, que defiende a la vez los intereses contrarios de los explotadores, de la burguesía y los del pueblo explotado, productor de la riqueza. Se hace aparecer a los intereses de los empresarios como el interés común de la nación, cuando el interés propio de los trabajadores es el verdadero bien común de toda la población argentina.

 

Se induce a los más concientes al mal menor, al posibilismo y otras formas de desvío de los verdaderos objetivos, de los cambios imprescindibles, para doblegar su voluntad y energía transformadora.

 

Teniendo ya aquí en la Argentina un gobierno de tendencia facista, hay progresistas que claman por una unidad antifacista para que no pase aquí el triunfo de un Bolsonaro. ¡Cuántas formas efectivas de lucha contra el facismo son legitimas además de las elecciones! En los hechos: los dirigentes de los principales partidos, sindicatos y movimientos sociales frenan y llevan al agotamiento por todos los medios ese frente antifacista que se estaba dando de hecho en la unidad en las luchas populares en todos los sectores y lugares del país contra el gobierno facista de Macri. Buscan desesperadamente posibilitar la unidad desde arriba, a como de lugar, impulsan el clima electoral para adormecer y descorazonar la unidad por abajo para echar al gobierno.

 

Trabajan para que se quiebre la fé en la fuerza de la movilización. Si las luchas populares se mantienen y cobran más fuerza y unidad por abajo, inclusive el escenario electoral va a ser diferente del que se desprende de las especulaciones de hoy sobre el futuro gobierno.

 

Como contraste, esto transcurre en el marco de la putrefacción visible de las instituciones del estado, oficiales y civiles, de la llamada democracia representativa, con el fracaso de las reformas de la “participación”, cuando crece la conciencia de las masas sobre la imposibilidad de reconquistar los derechos perdidos sin tener derechos políticos nuevos y verdaderos que hagan efectiva la soberanía popular. Votamos sólo cuando nos convocan. En una democracia real, todo el tiempo el pueblo tendría que decidir y determinar su destino con su propia práctica .

 

Es un deber de los revolucionarios aclarar la limitación de la herramienta de la votación, mostrar cómo se gestan los fraudes a través de la difusión de noticias falsas, los debates de TV, los programas electorales llenos de promesas falsas, las maniobras de hacer votar en “contra de”, de perseguir y encarcelar a los opositores, de financiar campañas con el dinero del pueblo y tantas artimañas más.

 

Sabemos que los monopolios, los “dueños” de la Argentina, los dueños de la tierra, de todos los recursos, los dueños de los bancos, los Macri, han hecho su fortuna con nuestra desgracia, con la pobreza y el atraso de nuestro país desde hace tantos años. Y lo seguirán haciendo en los sucesivos gobiernos a menos que nos deshagamos de ellos.

 

Los partidos del régimen ya tienen decidido pagar la deuda contraída por el gobierno de Macri, que fue a parar a los bolsillos de los especuladores. Van a renegociar condiciones para hacer que paguemos la deuda odiosa. Esa sangría hará que lo que prometan al pueblo sea prácticamente irrealizable.

 

Sobre todo, lo más importante, que la reconquista de lo que perdimos venga de “arriba” es una fantasía, los derechos perdidos los recuperaremos con lucha: después de la votación habrá que seguir peleando.

 

 

 

Rei Loga