Mabel, la argentina
Por Nuria Barbosa León
Periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba

De tristeza me llenó una noticia cuando leí que una mujer indígena de Argentina falleció de una desnutrición severa y su cuerpo sólo pesaba 26 kilos, apenas unas 50 libras, la nota finaliza con estas palabras: “Mabel murió enferma, hambrienta y débil”.

Mi mente se traslada a Cuba, porque hemos vivido momentos extremadamente difíciles con el Período Especial luego de la caída del campo socialista y del incremento de las medidas del bloqueo de Estados Unidos a Cuba, y en los años más crítico no hubo una sola muerte por desnutrición.

 

Recuerdo que en la década del 2000, el gobierno puso en práctica una iniciativa que fue medir y tasar a todos los niños en edad escolar y aquellos que estaban por debajo de los parámetros le duplicó la cuota subvencionada por el estado.

 

Pero además, se tomó como medida que las embarazadas, ancianos y personas con escasos recursos económicos fueron vinculados a los comedores obreros en los centros laborales para que su dieta estuviera garantizada con los recursos del estado.

 

A su vez, a los enfermos y personas de la tercera edad sin familiares cercanos a su cuidado se les instruyó a una doméstica que realizara todas las labores de la casa y pagada por el estado cubano, con un buen salario, además.

 

Otra iniciativa, fue integrar a todos los jóvenes al estudio en los cursos de superación integral, con derecho a matricular en la universidad ó a cursos emergentes de maestros, informáticos, instructores de arte, enfermeras o personal de la salud, con garantías de un estipendio hasta finalizar los estudios.

 

Si se analiza, esta medida no tiene nada que ver con la desnutrición, pero  de forma mediata prepara al sector juvenil a buscarse su autosuficiencia económica honradamente y con beneficios para la sociedad.

 

A su vez, en al año 2004 y 2005 fuimos azotados por varios ciclones, y el estado garantizó a todos los pobladores de las zonas afectadas mayor cantidad de granos y cereales durante varios meses para que no faltaran los alimentos.

 

Todo ello se hace de forma adicional porque cada ciudadano cubano, no importa sexo, raza, religión ó procedencia social, desde que nace tiene garantizada una cuota mensual que su precio está muy por debajo de su costo productivo, y con ella nadie muere de desnutrición.

 

Tengo pena por Mabel, la indígena argentina, porque su enfermedad es curable sólo bastaba que su gobierno, --por el cual de seguro en algún momento tuvo que votar—hiciera algo por los que no tienen ni para comer.

 

Eso no es difícil de lograr porque Cuba, sin grandes recursos naturales, con una extensión territorial menor de tres mil kilómetros cuadrados, con una población inferior a los 12 millones de habitantes, con crisis económica y acosado constantemente por la mayor potencia del planeta, lo lleva a la práctica sin exclusión ni marginalización para ninguno de los cubanos.

 

En fin Mabel, naciste en un país que te dejó morir por falta de voluntad política para llevar la igualdad y la fraternidad, tan preconizada por la Comuna de París y por las Metas del Milenio, que sólo pudieran lograrse de transformarse el mundo hacia otro sistema que se llama socialismo.

 

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