Utopía

 

Agencias de prensa y organismos internacionales se hacen eco de una crisis financiera mundial y pronostican un caos para los próximos años donde sólo una magia gubernamental o fuerzas supraterrenales pueden salvar a millones de seres humanos destinados a perecer.
Una consecuencia inmediata y evidente es el desempleo ya que sólo el reajuste del costo en las fuerzas de trabajo puede hacer que los dueños de las empresas imperiales mantengan su estabilidad sin considerarse responsables, asumiendo primero: la posición de espectador, para luego intervenir con políticas reajustadas con cañones enfilados hacia los oprimidos.
La Organización Internacional del Trabajo alerta que en el año 2009, más de 51 millones de personas en el mundo podrían perder sus empleos, lo que llevaría la cifra de desocupados hasta 230 millones, lo cual significa pobreza, hambre y muerte para quienes habitamos en el sur del planeta tierra.
Una solución al problema pudiera estar dado en la reorganización de las fuerzas productivas donde los dueños de los medios de producción subvencionaran el costo de las fuerzas de trabajo hasta tanto se rediseñen nuevas estrategias productivas para salir de la crisis, y esto quizás sea una gran utopía.
Pero, hay un lugar que lo implementó, es el caso de Cuba. En los años 90, la Isla se vio envuelta en la peor crisis de su historia al desmoronarse el campo socialista, principal eje comercial, y al arreciarse el bloqueo estadounidense, declarándose un Período Especial que sólo los cubanos pudieron resistir y que hoy es historia.
En esa década, el abastecimiento de combustible tomó sus niveles más bajos, las industrias cesaron de producir, la energía eléctrica no era suficiente, los alimentos y el transporte eran escasos y la adquisión de bienes y servicios era un lujo para la población.
¿Qué ocurrió? En la medida en que se adoptaron políticas económicas para paliar la crisis como: la introducción de nuevas formas de propiedad; la liberación de productos agroalimentarios y la circulación de moneda libremente convertible, así mismo se protegió a la población en sus servicios básicos como la educación, la salud y la seguridad social, y con ello el reacondicionamiento de la fuerza laboral hacia otras tareas o actividades de superación profesional.
El reacomodo se hizo en dos vías: primero, para los asalariados en activos hacia puestos de trabajos acorde a las exigencias del momento o cursos de capacitación donde se pagaba el salario para estudiar.
Y en un segundo lugar para los futuros arribantes a la edad laboral quienes fueron incorporados a programas emergentes dirigidos al sector juvenil y con amplias posibilidades de desarrollo social en la medida que se potenciaba la industria turística, el desarrollo de la tecnología y la ciencia y se buscaban alternativas para la producción azucarera, el níquel y el tabaco.
Apareció, entonces, el plan de formación para maestros, informáticos, enfermeras y técnicos de la salud, trabajadores sociales, instructores de arte, ó de calificación académica integral donde se daba oportunidad de tecnificar a las fuerzas de trabajo para asumir retos productivos de alta especialización. No se debe dejar de mencionar la búsqueda de alternativas productivas en la exploración de petróleo, las fuentes de energía renovable, y otras áreas productivas de gran peso para el desarrollo del país.
Si bien los niveles económicos de Cuba no responden a un país desarrollado, si es acertado afirmar que el deterioro pronosticado en los años 90 pudo detenerse y superarse, gracias a una política acertada gubernamental donde no todo fue logros y no se obtuvo resultados de un día para otro.
Alcanzar niveles de eficiencia cada vez mayor; sustituir importaciones; desarrollar una cultura del ahorro; potenciar el progreso tecnológico y científico; acabar con el delito, la corrupción y las ilegalidades; buscar mecanismos coercitivos y persuasivos en la disciplina laboral; producir alimentos; implementar una justa política salarial; y trabajar, trabajar y trabajar, son los objetivos estratégicos para los cubanos de hoy que ven a la crisis financiera mundial sólo como noticia.
La utopía puede convertirse en realidad siempre y cuando las élites en el poder tengan voluntad de no asesinar, y si, de cambiar todo lo que pueda ser cambiado. Si ello no se acata por decreto, esperemos entonces, a la revolución de los oprimidos en el despertar de la verde mañana que se inicia.

Nuria Barbosa León, periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba

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