La verdad sobre el conflicto entre el gobierno y la patronal del campo

UNA PELEA ENTRE SOCIOS, POR LA RENTA AGRARIA

 

El pueblo argentino asiste desde hace semanas, como víctima y rehén, a una pulseada entre dos sectores de la burguesía explotadora, el gobierno y la patronal del campo.

Para no perderse en el laberinto de un proceso conflictivo y complejo, es necesario partir siempre de una posición independiente y de clase, es decir de los intereses de la Clase obrera y consecutivamente el de sus potenciales aliados en la batalla estratégica por una nueva sociedad, socialista.

Por lo tanto, no podemos ser espectadores ni optar erróneamente por algunos de los sectores sociales que protagonizan la actual puja intercapitalista. En una palabra, caer en la falsa elección de quien tendrá la primacía en una mayor explotación de nuestro pueblo y de sus riquezas naturales, con la consiguiente destrucción del medio ambiente.

Pero para definir con seriedad una posición ante el actual conflicto, es imprescindible conocer la realidad del campo hoy, puesto que se han producido en su seno modificaciones muy importantes en las últimas décadas, en particular a partir de los ‘90. A esta temática nos referiremos brevemente a continuación, por lo menos en sus rasgos más destacados.

La estructura actual del campo argentino: 74.000.000 de hectáreas cultivables están en manos de 4000 dueños; 35.000.000 de hectáreas están en manos de 936 dueños (35.000 hectáreas cada uno); mientras que 2.300.000 hectáreas están en manos de 137.000 propietarios, a un promedio de 16 hectáreas cada uno. La mayor parte está cultivada con soja: la "patria sojera", que en su avidez de máxima rentabilidad, mentalidad propia del capitalista, además de explotar el sacrificio de la peonada a su servicio, daña seriamente la tierra con toda una serie de agroquímicos y por falta de rotación de los cultivos. Se calcula que aproximadamente en 5 a 10 años grandes zonas  se transformaran en desiertos.

En la actualidad contamos con la superficie arable, con capacidad de producir, más grande del mundo, produciendo alimentos para unas 300 millones de personas, aunque contradictoriamente se nos siguen muriendo hombres, mujeres y niños por hambre.

Los grandes ganadores con la soja son un puñado de terratenientes y sociedades anónimas, monopolios productores de insumos y maquinarias, además de empresas aceiteras y cereales, que exportan especialmente a China.  Hay que destacar que la aceitera "General Deheza", una de las más grandes exportadoras, pertenece al senador oficialista, del Frente para la Victoria, Roberto Urquía.

Al mismo tiempo, se siguen realizando grandes ventas de capital agrícola a grupos financieros extranjeros, como por ejemplo  la venta de una parte importante de las acciones de "Grobocopatel" a capitales brasileños y más de 600 mil hectáreas a inversores rusos y yanquis. Todos estos datos puntuales demuestran que estamos ante un proceso de CONCENTRACIÓN Y EXTRANJERIZACION DE LA TIERRA.

Una parte de la opinión pública, y hasta algunos partidos que se consideran “de izquierda” han tomado partido por la protesta de la patronal del campo. Muchos se amparan en la denominación de “pequeños propietarios” o “pequeños productores” para justificar tal postura. Hablan desde el total desconocimiento de la realidad del campo. No es lo mismo pequeño propietario que pequeño productor-exportador. Los pequeños propietarios no exportan. Los pequeños “productores” que exportan no son pequeños propietarios, necesitan en promedio 300 hectáreas para tener una producción que les dé réditos, y 300 ha. son un gran capital.  En todo caso, los pequeños o medianos productores lo son en relación a los grandes productores, pero no son pobres, ni mucho menos explotados. Hay que tener bien en claro esto para poder tomar una posición coherente en el conflicto.

La Federación Agraria, nacida de grandes luchas de este sector, conocidas como "El grito de Alcorta", hoy día se ha aliado equivocadamente a la Sociedad Rural, representante de la  más rancia oligarquía, que apoyó todos los golpes de estado, incluso el del ‘76.  Recordemos que la misma, junto con los monopolios agrofinancieros, siempre han sido y son beneficiarios de todos los gobiernos burgueses, incluso por la política económica de los gobiernos K, através, entre otras cosas, de un dólar alto y subsidios al gasoil

Por tal motivo es urgente elaborar por los trabajadores y demás fuerzas populares un programa alternativo, que atraiga a su  lado, como sus aliados principales en el campo, a los campesinos pobres y a los pueblos originarios, a los cuales les han robado hasta sus tierras; un programa contra la "patria sojera", los grandes terratenientes locales y extranjeros, y las multinacionales que manejan el negocio de las semillas, los fertilizantes y las exportaciones.

 

En el otro polo del abanico económico social del campo, nos encontramos con que: 1.300.000 trabajadores rurales cobran un mísero sueldo promedio de $800. Sólo el 25% de estos trabajadores está en blanco, es decir, el 75% está en negro, sin que se les respeten ninguno de sus derechos, ni tengan la posibilidad de llegar a jubilarse, similar a lo que le sucede a muchos trabajadores de la ciudad. La peonada rural está fuera de la Ley de Contrato de Trabajo por una ley de la Dictadura Genocida, y ninguno de los gobiernos “democráticos” ha modificado semejante injusticia. Existen más de 350.000 trabajadores "golondrinas", viviendo ellos y sus familias en condiciones paupérrimas, con ínfimos salarios y largas jornadas de trabajo, incluyendo también a los niños. A este verdadero drama social hay que agregar que en el sector forestal o de la yerba mate, les descuentan hasta la comida de sus magros sueldos.

¡ESTA ES LA MARAVILLOSA CALIDAD DE VIDA DE NUESTRO CAMPO!

¿ADONDE VA A PARAR TANTA RIQUEZA ACUMULADA?

No es muy diferente la situación de los demás trabajadores y jubilados de nuestro país, con aumentos irrisorios ya superados por el constante aumento del costo de la vida, lo que hace que en realidad sean limosnas legalizadas. La inflación es el robo constante al sueldo del trabajador, en beneficio de los empresarios. Además hasta el más humilde trabajador debe pagar el 21% del IVA, hasta cuando compra un kilo de pan, impuesto injusto por lo que se debe exigir su inmediata derogación.

Ante todo este panorama, con su natural caradurez la señora presidenta nos dice que las retenciones sirven para la redistribución de la riqueza producida. Podemos decir que efectivamente es así: se distribuyen la riqueza entre los poderosos, incluso asegurando el pago de la fraudulenta, ilegítima e ilegal deuda externa, cuyos vencimientos ascienden este año a unos l2 mil millones de dólares. ¡Y se nos dice que estamos ante un gobierno nacional y popular!  Sí tenemos que agradecerle a la presidenta su gesto de honestidad, cuando aclaró que "el peronismo nunca estuvo de acuerdo con la lucha de clases".

En consecuencia, afirmamos como conclusión que no estamos solo ante una cuestión de retenciones, de quién se queda con la mayor parte de la riqueza producida, sino y fundamentalmente ante el problema crucial, decisivo, de la tenencia de la tierra, aún no resuelto en nuestro país y en América Latina, salvo en la Cuba socialista.

Por todo lo expresado y dada la envergadura de los problemas a resolver, más que nunca se hace necesaria una sólida confluencia de fuerzas en base a un programa o plataforma de lucha a elaborar en común, a fin de poder enfrentar a enemigos tan poderosos a nivel nacional e internacional.

Reiteramos entonces  que no puede haber un auténtico desarrollo de nuestro país y de su pueblo, sin romper con las cadenas de la dependencia del capitalismo imperialista y sus socios locales, tanto en el campo como en la ciudad, impulsando desde cada lugar o sector (empresas, sindicatos, barrios, pueblos, movimiento estudiantil, de campesinos pobres, de pueblos originarios, etc.) un proceso unitario de lucha por la liberación nacional y social de nuestra patria, dejando de lado en una actitud de grandeza política, todo hegemonismo o sectarismo, que propiciando el divisionismo, sirve siempre al enemigo de clase

En este sentido, vemos como un paso positivo los acuerdos ya logrados con algunas organizaciones (PO, MAS, PTS, y la adhesión del Bloque Piquetero) que culminaron con un acto en el obelisco, abriendo la posibilidad de incorporar otras organizaciones políticas y sociales y avanzar aún más en los puntos de coincidencias alcanzados, definiendo al mismo tiempo un plan de lucha conjunto.

 

Los puntos acordados respecto a  la probemática agraria actual son:

-         Por la nacionalización de la gran propiedad agraria, y su arrendamiento a pequeños productores y trabajadores.

-         Por la nacionalización del comercio exterior y de los puertos privados, bajo control de trabajadores y de pequeños productores.

-         Derogación de la ley videlista del peón rural. Pleno derecho de organización. Salario igual a la canasta familiar para el trabajador del campo.

-         No al desalojo de los pueblos originarios de sus tierras, por parte de la "patria sojera".

-         Salario igual a la canasta familiar para todos los trabajadores. Paritarias libres, sin techos salariales, y con representantes electos por la base.
 

 

En definitiva, volviendo al principio, los cuadros descriptos más arriba no hacen más que revelar la realidad de los sectores en pugna, claramente dos fracciones burguesas explotadoras. Es más, cuando –como es lo más probable- solucionen su conflicto, las mayorías populares seguirán penando la realidad que les toca vivir.

No podemos, desde un punto de vista clasista, avalar a ninguna de ellas. Lamentamos una vez más que la dispersión de la izquierda haya repartido bajo la confusión que impera desde hace décadas en el movimiento revolucionario, las posturas entre gobierno y patronal agraria. Los que apoyan al gobierno (como el PCredicoop, volcado definitivamente al kirchnerismo), apoyan su política de represión y saqueo del patrimonio del pueblo. Los que van detrás de la protesta del campo, quedan alineados detrás de la derecha más reaccionaria, bajo la dirección de la oligarquía terrateniente, propiciadora y aliada de todos los golpes de estado aniquiladores de los movimientos populares. Ambos son furgón de cola de los intereses de la burguesía.

El Partido Comunista de los Trabajadores no está ni con el gobierno ni con la oligarquía. Estamos firmemente convencidos de que la verdadera izquierda debe tener una postura independiente de los bloques burgueses en pugna. Porque la salida de este conflicto para las mayorías populares no está dentro de los límites del sistema capitalista. Sólo el socialismo podrá lograr una sociedad justa, una donde la propiedad social de la tierra reemplace a la propiedad privada que genera la concentración y el latifundio. En definitiva, una sociedad donde la equidad y la fraternidad reemplacen al insaciable egoísmo inhumano del sistema de explotación capitalista.

 

 

PARTIDO COMUNISTA de los Trabajadores

 

 

 

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