Vasco Gonçalves, el general del pueblo

 


La derecha portuguesa –incluyendo la dirección del Partido Socialista- se esforzó en los cinco años transcurridos desde su desaparecimiento físico por extinguir su nombre de la Historia.
¿Por qué?
Precisamente porque el general Vasco Gonçalves dejó huellas profundas en la Revolución de Abril, saboteada y destruida por las fuerzas de la reacción, con la complicidad activa del Partido Socialista.
Encastillada en el poder, la burguesía no olvidó que el general, en su breve pasaje por el Gobierno, apenas 15 meses, contribuyó decisivamente para que el pueblo portugués construyese Historia profunda, realizando como sujeto conquistas revolucionárias que impusieron al país el respeto de la humanidad progresista. Es por tanto natural que el mismo gobierno que decretó duelo nacional por la muertre de una vidente de Fátima haya ignorado la del soldado revolucionário.
Fue indecorosa la actitud de José Sócrates y su gente. Pero no alcanzó el objetivo. Vasco Gonçalves no fué olvidado; permanece en el corazón del pueblo portugués.

El General y el Movimiento de las Fuerzas Armadas

En el libro-entrevista Vasco Gonçalves – um general na Revolução, Manuela Cruzeiro evoca el sentimiento de felicidad del soldado de 52 años cuando se derrumbó el fascismo.
“Cuando me adherí al movimiento de los oficiales –esclarece- creí que podría venir a jugar un papel destacado”.
El sentimiento del colectivo facilita la comprensión de comportamientos asumidos por este militar atípico a lo largo del proceso revolucionario, actitudes muchas veces mal interpretadas, no obstante ellas reflejen una coherencia ejemplar.
Había adquirido un conocimiento de los clásicos del marxismo que le proporcionó una comprensión científica de la Historia que, en la práctica de vida militar, se traducía en una conciencia de la necesidad de formar “hombres responsables” y paralelamente en un sentimiento de solidaridad con su pueblo, victima como los de las colónias de un sistema monstruoso.
Admito que solamente las próximas generaciones tendrán las condiciones, con el distanciamiento temporal, de situar sin pasión en la Historia el papel que el ciudadano, el soldado, el intelectual y el estadista cumplieron en la Revolución Portuguesa.
Vasco Gonçalves aprendió a evaluar el significado y las limitaciones de la intervención del individuo en la Historia.
Es evidente su amargura al meditar sobre la mezquindad, la mediocridad, la ambición, la deslealtad, el miedo al pueblo que en instantes decisivos contribuyeron para el rumbo de la Revolución.
Vasco tomó conciencia de evidencias que a millones portugueses pasaron desapercibidas. Un ejemplo: “el MFA –señala en la entrevista a Manuela Cruzeiro- no era un movimiento revolucionario (…) no tenia al principio, en su horizonte, una revolución social”.
Fue la irrupción torrencial de las masas, tomando las calles, en la jornada del 25 de Abril, que abrió las puertas a la alianza Pueblo-MFA, imprimiendo al proceso un rumbo no previsto. Y recuerda que “el propia día 25 de Abril, el MFA aún se dirigió a Tomás como Su Excelencia el Presidente de la República y a Marcelo como Su Excelencia el Presidente del Consejo”.
Es muy negativa la opinión que transmite de Mário Soares, como hombre y político. Casi sin recurrir a adjetivos, esboza el perfil de un político ambicioso, sin principios ni convicciones.
Comentando el papel negativo que el ex-presidente de la República desempeñó como ministro de los Relaciones Exteriores, Vasco Gonçalves concluye que el “no da una imagen correcta del MFA (…) y, en sus frecuentes viajes al extranjero, aprovechaba para acciones coordinadas con la socialdemocracia internacional, las cuales, en cuanto a mi –señala- nunca eran útiles, en lo mínimo a la consolidación del proceso revolucionario” (Págs. 147 y 148)
Pero qué se podría esperar de un político que, recientemente, enalteció la contribución de Frank Carlucci –el ex director de la CIA- para “la instauración de la democracia en Portugal” (Pág. 267)
La serenidad y el eticismo de Vasco Gonçalves están además omnipresentes en las actitudes que asumió siempre en el relacionamiento con sus camaradas del MFA en el periodo revolucionario y posteriormente cuando, transcurridos años, fue llamado a pronunciarse sobre acontecimientos cuyo dramatismo reflejó la ruptura de la unidad del Movimiento que hizo posible el 25 de Abril.
Citaré solo un ejemplo. Ese eticismo se evidencia de manera límpida en las páginas dedicadas a los movimientos de carácter conspirativo que desembocaron en el llamado Documento de los Nueve. No guardó rencores, pero en las opiniones que, ya en el Siglo XX, emitió sobre Melo Antunes, el camarada del MFA que más admiraba, no evidencia el más leve vestigio de animosidad personal.
“Melo Antunes, señala en su declaración, era sin duda entre mis camaradas el militar con mayores conocimientos políticos, más lecturas, más reflexión”.
Invitado a pronunciarse sobre la actuación de él después del 25 de Noviembre, el general da énfasis a la coherencia del líder de los Nueve:
“Él no cambió de ideas o de posición, en lo fundamental, entre el 25 de Abril y el 25 de Noviembre. Era un hombre sinceramente de izquierda (a la izquierda del PS), era un patriota, un anticolonialista convicto”.
Más las visiones diferentes de la Historia tendrían, inexorablemente, que distanciarlos.
“Melo Antunes –son palabras suyas- pretendía caminar como que por una tercera vía, pero la experiencia ha demostrado que esa vía es el camino de la socialdemocracia para la derecha”
Una certeza me quedó de muchas horas de conversación con Vasco Gonçalves sobre la Revolución Portuguesa. Nadie como él consiguió hasta hoy ser tan profundo en el análisis del comportamiento y de las motivaciones de la parcela del cuerpo de oficiales del MFA, el movimiento heterogéneo que concibió y organizo el golpe militar del 25 de Abril, detonador de la Revolución Portuguesa.

El apasionado por la História

Tuve el privilegio de mantener una relación de sólida amistad con Vasco Gonçalves durante tres décadas.
Sin ser comunista, no ocultaba su adhesión al materialismo histórico. Recuerdo que un día, en el viraje del milenio, me llamó la atención para los trabajos de Rosa Luxemburgo por considerarlos útiles para la comprensión del oportunismo de los falsos renovadores del marxismo, herederos de las decrepitas tesis de Eduard Bernstein y Kart Kautsky.
No se limitaba a hojear El Capital como la mayoría de los intelectuales de izquierda. Estudiará la obra de Marx, de Engels, de Mao Tse Tung, de Gramsci; leerá marxistas latinoamericanos como Mariategui, Caio Prado Junior, Che Guevara.
En Serpa, en el I Encuentro Civilização ou Barbarie, conoció al húngaro Istsván Meszaros y al francés Georges Labica y recuerdo que su comunicación en aquel evento mereció palabras de gran aprecio de esos filósofos de prestigio mundial.
Militar, ingeniero, revolucionario, Vasco Gonçalves tenia pasión por la Historia que, tal como Lucien Febvre, consideraba la madre de las ciencias.
Manifestó siempre interés en conocer revolucionarios e intelectuales que de algún modo habían sido protagonistas de acontecimientos históricos.
Fidel Castro le admiraba y le atribuyó la más alta condecoración cubana, la Orden de José Martí. Raúl Castro fue su amigo personal. Pedro Pires, compañero de Amílcar Cabral y actual Presidente de la República de Cabo Verde, lo invitó cuando primer ministro, a pronunciar conferencias en la Ciudad de Praia.
Recuerdo conversaciones de Vasco Gonçalves con el historiados británico Basil Davidson, con el dirigente comunista boliviano Simón Reyes, y con Darcy Ribeiro, el fundador de la Universidad de Brasilia, cuando los recibió en su casa.
Al final del encuentro con el primero, el general procuró o en su biblioteca un libro del autor de “Old Africa Rediscovered”, le pidió que lo autografiase y en la despedida hizo una confidencia: “Su visita es un honor para mi. No era fácil durante el fascismo obtener sus libros. Más los conseguí y aprendí mucho leyendo lo que escribía sobre el colonialismo”.
Simón Reyes, que en la víspera lo saludara en un mitin como “General del Pueblo”, informó que un libro del general de critica a la Doctrina de Seguridad Militar de los EEUU aplicada en las Fuerzas Armadas Portuguesas había sido traducido en Bolivia por el Partido Comunista y circulado durante una campaña electoral.
Cuando Simón, entonces secretario general de la Central Obrera Boliviana, expresó su satisfacción por haberle conocido, el general lo interrumpió:
“No diga eso. El Señor es un héroe de América Latina. Puede ser un civil, más combatió con las armas en la mano al frente de los mineros de su país. Me siento pequeño junto a usted…”
Henri Alleg y Vasco Gonçalves tenían uno por el otro un aprecio que se transformo en amistad. Siempre que el autor de La Cuestión venia a Portugal, el general reunía en su casa a un grupo de amigos, la mayoría militares de Abril, y durante dos horas, la conversación tenía como tema el último libro del escritor francés.

El intelectual militante

Vasco Gonçalves tenía horror de la pequeña política. Pero al dejar el Gobierno y pasar a la reserva como militar, y después a jubilarse, no abandonó la política, tal como la concebía al servicio del ideal de la revolución social.
Gran tribuno, creó una oratoria inconfundible, un estilo de comunicación con la masa que enardecia a los auditorios. Aclarando, emocionaba y conmovía por la autenticidad. Los portugueses progresistas sentían que Vasco Gonçalves mantenía intacta su fidelidad a los principios que defendiera en el Gobierno, al proyecto de sociedad inviabilizado por la contrarrevolución.
Calumniado por los partidos de la burguesía y por el imperialismo, el Compañero Vasco –como le llamaban- fué hasta el fin el revolucionario que contribuyó decisivamente para la creación del salario mínimo, para las nacionalizaciones, la creación de condiciones que permitieron conquistas como el 13º y el 14º salarios, el defensor de la Reforma Agraria, el soldado que supo responder con dignidad a todas las presiones y amenazas del imperialismo.
El lanzamiento, en la sede de la Asociación 25 de Abril, de la Comisión Nacional de Solidaridad con el pueblo de Venezuela Bolivariana habrá sido una de sus últimas intervenciones públicas. Fue entonces el orador principal y su comunicación la mejor y la más aplaudida.
Antes del llamado Referendo Revocatorio envió a Hugo Chávez un DVD con un mensaje de apoyo –un pequeño filme que fue exhibido en Caracas.

El Patriota

La defensa de la soberanía nacional fue una constante en la política exterior de Vasco Gonçalves cuando Primer Ministro.
Es del dominio público la actitud digna que el general asumió cuando el presidente Gerald Ford, con arrogancia, se le dirigió en términos inaceptables, exhibiendo un anticomunismo primitivo. Años después fueron divulgados en los EEUU declaraciones de Henry Kissinger, reproducidas por el “Diario de Noticias”, en las cuales el ex-secretario de Estado reconoce la firmeza de carácter del entonces Primer Ministro Portugués, por él definido como interlocutor muy difícil.
Además, ya alejado del gobierno, Vasco Gonçalves demostró permanentemente su patriotismo. En actos públicos realizados en Portugal y en el extranjero y en ensayos y artículos que obtuvieron amplia divulgación combatió con firmeza el espíritu de vasallaje del PS y del PSD en las relaciones con los EEUU y con las estructuras del poder de la Unión Europea.
Más de una vez ló escuché comentar con indignación la tendencia de esos gobiernos para minimizar el significado de fechas ligadas a grandes acontecimientos de nuestra Historia.
El feriado del 1º de Diciembre, por ejemplo, incomoda a esa gente. Fue un ejército improvisado, salido del pueblo, que durante 28 años defendió las fronteras portuguesas de las ofensivas de España que era entonces, con Francia, la primera potencia militar de Europa y expulsó de Brasil a Holanda, al tiempo la primera potencia naval y financiera del mundo.
Vasco Gonçalves tenía conciencia de que lo universal es parte de lo particular, como decía André Gide, y acostumbra recordar Fidel Castro. El general sabía que el internacionalismo no es incompatible con la defensa de los valores nacionales y que no puede abdicar de ellos sin desvirtuarse. La preservación de las culturas es inseparable del progreso de la humanidad, no puede ser confundida con el nacionalismo obscurantista de raíz fascista.
En estos días en que intelectuales portugueses o­ndean una vez más la incoherente bandera del iberismo y no vacilan en sugerir la transformación de Portugal en una especie de región autónoma de España, es oportuno recordar que Vasco Gonçalves identificó siempre en la Revolución democrática y nacional de 1383-85 un acontecimiento maravilloso de nuestra historia.
Uno de los más bellos trabajos de Vasco Gonçalves es en mi opinión el ensayo que escribió sobre la batalla de Aljubarrota y fue publicado en un Suplemento de “O Diario” y posteriormente reproducido por el semanario “Diario de Alentejo”, y divulgado por revistas Web de América Latina.
Su estudio sobre la formación del ejército popular que en los campos de Aljubarrota garantizó o la continuidad de Portugal al derrotar a la caballería feudal española y a la gran nobleza de Portugal aliada a D. João de Castela (tal como el alto clero)
Repito: es comprensible la hostilidad de la burguesía portuguesa a Vasco Gonçalves.
El fue, con Álvaro Cunhal, uno de los grandes portugueses del Siglo XX. Su intervención en la Historia quedó señalada por mudanzas revolucionarias que dejaron marcas indelebles.
Las fuerzas del gran capital no pueden perdonarle la tenacidad con que –según sus palabras- llevó a la práctica ideas que había abrazado a lo largo de toda la vida. Ideas que responden a aspiraciones eternas del hombre y que, por eso mismo, no pueden ser destruidas. Sofocadas por los enemigos del progreso, ellas volverán a germinar.

Miguel Urbano Rodrigues

El original portugués de este articulo se encuentra en el periodico «AVANTE», de Lisboa, 17 de Junio de 2010.
www.odiario.info
Traducido para La Haine por Pável Blanco Cabrera

volver