Crisis capitalista, revolucion comunista


El nacimiento del capitalismo puso fin al régimen feudal caracterizado por el atraso cultural, científico, económico, filosófico y social, lo cual se expresó, sobre todo, en el dominio de la Iglesia durante varios siglos en los que pretendió imponer sus dogmas, sus creencias y su forma de ver el mundo.
El capitalismo significó un salto cualitativo en el desarrollo de la humanidad. “A pesar de su carácter brutal –dicen Alan Woods y Ted Grant- el capitalismo, en última instancia, jugó un papel histórico progresista porque desarrolló la industria, la agricultura, la ciencia y la tecnología hasta límites insospechados.” La clase social dominante, la burguesía, se autoidentificaría como la representante de la razón, del orden y del progresoSin embargo, este nuevo sistema no surgió exento de contradicciones; por el contrario, una vez que se fue consolidando, éstas se hicieron más evidentes, sobre todo cuando se empezó a fortalecer la presencia del proletariado, clase social de la que la burguesía extraería su máximo beneficio a través de diversas formas de explotación social. Como señala Ernest Mandel “el capitalismo no es solo una expansión colosal de conocimientos, riquezas y derechos humanos. Es también una acumulación de miserias, injusticias, opresiones y negación de derechos humanos elementales” fundamentalmente de los trabajadores, de las mujeres, del indio, del negro y de los pueblos colonizados.
Aquello que surgió como algo real y racional, más adelante dejaría de serlo. Federico Engels dijo:
Hoy sabemos ya que ese reino de la razón no era más que el reino idealizado de la burguesía; que la justicia eterna vino a tomar cuerpo en la justicia burguesa; que la igualdad se redujo a la igualdad burguesa ante la ley; que como uno de los derechos más esenciales del hombre se proclamó la propiedad burguesa; y que el Estado de la razón, el contrato social de Rousseau, pisó y solamente podía pisar el terreno de la realidad, convertido en república democrático burguesa.
Ya en el siglo XIX el capitalismo hizo más evidente su verdadera esencia: la de ser un sistema represivo, explotador y alienante. Fue racional en un tiempo y espacio histórico determinado, para dejar de serlo en otro momento.
El capitalismo perdió hace mucho tiempo su razón de ser necesario. La realidad permite evidenciar lo aseverado. Algunos datos extraídos de trabajos de diversos autores exponen la irracionalidad de este sistema y la necesidad urgente de tumbarlo:
·En el mundo actualmente existen 4 750 milllones de pobres. El director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha señalado que “los trabajadores pobres que vivían con menos de un dólar al día, es decir, los pobres entre los pobres, aumentarán entre 2008 y 2009 en 40 millones, de 480 millones a 520, y en cuanto a los trabajadores pobres que vivían con menos de dos dólares al día aumentarán en cien millones, hasta los 1.400 millones de personas”. Actualmente hay 950 millones de personas que padecen hambre crónica.
·La cifra de desempleados asciende a 1000 millones, mientras el 50% de la población económicamente activa está subempleada o laborando en actividades precarias. Según la OIT se calcula que en los próximos doce meses otras 20 millones de personas en el mundo quedarían sin empleo.
· 120 millones de niños no tienen acceso a la educación. 875 millones de adultos son analfabetos, de los cuales las dos terceras partes son mujeres. En el África hay países que tienen 87% de analfabetos.
· El 45% de la población mundial no tiene acceso al agua potable. Naciones Unidas alerta que cada día 5 mil niños mueren de sed. Las enfermedades vinculadas con el agua provocan la muerte de un niño cada ocho segundos y son la causa del 80% del total de las enfermedades y muertes en el mundo en desarrollo, según un informe publicado por la UNESCO. 3000 millones de personas carecen de acceso a servicios sanitarios mínimos. En América latina y el Caribe la falta de acceso al agua potable y a servicios sanitarios ocasiona 36.000 muertes de menores de cinco años anuales, según datos expuestos en el atlas sobre la salud y el medio ambiente de la OMS.
·La o­nU señala que 30 mil personas mueren por desnutrición y enfermedades curables. 12 millones de niños son víctimas todos los años de esta terrible situación.
·13 millones de personas mueren cada año a causa del deterioro del medio ambiente. Entre 1991 y 2000 las sequías fueron responsables de más de 280.000 muertes. El 81% de CO2 y de gas invernadero son producidos por los países industrializados del Norte. Como resultado de esto los casquetes polares se están derritiendo en forma acelerada. Estamos frente a una catástrofe ecológica y ambiental.
·Entre el 20 y el 30 % de las especies vivas del mundo desaparecerán hacia el año 2050. 16 306 especies están en peligro de extinción, entre ellas la cuarta parte de los mamíferos. Estudios señalan que entre 10 y 20 años, a causa de la deforestación, los orangutanes podrían desaparecer.
Bajo el capitalismo esto no puede cambiar. Este sistema se basa en la explotación irracional de los recursos naturales y en la obtención desmedida de beneficios a cualquier costo para la clase que detenta el poder. Solo importan sus intereses económicos, políticos y militares.
Los periodistas cubanos Rosa Miriam Elizalde y Rogelio Polanco señalan que los gastos militares anuales en el mundo han alcanzado la cifra récord de 1,2 millones de millones de dólares. EE.UU. ha destinado 700 mil millones de dólares para el presupuesto militar en el año 2008, siendo el país que más armas vende en el mundo. Al imperialismo norteamericano le interesa fabricar guerras para mantener el funcionamiento de su industria militar, lo que le significa millonarias ganancias. En agosto de 2008, según información de la agencia de noticias EFE, El Pentágono anunció la venta a Irak de tanques, aviones, helicópteros y vehículos blindados por una valor de 10 700 millones de dólares (6 885 millones de euros). La invasión estadounidense a ese país ha provocado la muerte de 1 200 000 iraquíes.
La burguesía mundial y el imperialismo para mantener su dominio, tienen además que imponerse en el plano ideológico. Están conscientes que deben lograr la “fabricación del consenso” mediante “la domesticación del rebaño desconcertado”. Para ello recurrirán principalmente al uso de los grandes medios para alienar a la población. Como parte de este objetivo los países capitalistas desarrollados destinan un billón de dólares anuales para la publicidad comercial. Homogeneizar las ideas, imponer una sola forma de ver el mundo es su propósito.
El capitalismo es el símbolo de la brutalidad. Dos guerras mundiales lo demuestran, así como las agresiones militares desatadas por EE.UU., con el respaldo del imperialismo europeo, contra Irak y Afganistán.
Salvar los bancos y a su sistema financiero es más importante que salvar a la humanidad de la debacle en la que le han sumido. Es lógico. “Siempre, en todos los casos –dice Néstor Kohan- el crecimiento y la acumulación del valor del capital se origina en la explotación del trabajo.” Sólo quienes ingenuamente creen que bajo el capitalismo las cosas pueden ser mejores para la mayoría de desposeídos, explotados y privados de los medios necesarios de subsistencia, asumen aquello como una posibilidad.
Francisco Umpiérrez Sánchez señala que “todo proceso de producción es un proceso de reproducción. Y si la producción es capitalista, la reproducción debe serlo igualmente. Esta noción elemental es importante porque las crisis se presentan como una parálisis en la reproducción.”
Para esconder la realidad, la burguesía mundial, a través de sus empresas mediáticas, pretende argumentar que la actual crisis es el resultado de la ambición desmedida de un grupo, de su falta de ética y de la falta de confianza generada por estas acciones en la población. Umpiérrez Sánchez dice que mediante este mecanismo “se pretende señalar como un rasgo accidental algo que es esencial del capitalismo como sistema: la avaricia o acumulación insaciable de riqueza.”
Iñaki Gil de San Vicente explica que:
Para entender las razones de fondo de esta debacle que ha destrozado los mitos burgueses, hay que recurrir a la teoría marxista de la crisis en la que interaccionan cuatro desencadenantes: uno, la caída de los beneficios empresariales, especialmente en la industria o “sector I”; dos, y como efecto de lo anterior, la sobreacumulación de capitales que no se invierten en la industria porque no rinde los suficientes beneficios, y que por tanto buscan otros espacios en los que recuperarse, especialmente en el “sector II”, o el de producción de bienes de consumo, y en los servicios, que van creciendo para intentar desatascar los tapones que aparecen cada vez más por todas partes; tres y como efecto de lo anterior, aumenta la desproporción entre este sector de producción de bienes de producción, y el sector de consumo o “sector II”, ya que éste segundo empieza por un tiempo a producir grandes beneficios que sin embargo no pueden volver al industrial, al “sector I”, por su baja rentabilidad, con lo que han de buscar otra salida, que no es sino el globo financiero; y, cuarto, y como efecto de lo anterior se empiezan a restringir los salarios, a comprar menos máquinas, a expulsar trabajadores, lo que determina la caída del consumo de masas, el aumento de las mercancías sin vender, el aumento de la morosidad y de las deudas, acelerándose la espiral de nuevos cierres de empresas, de más despidos masivos con el subsiguiente desplome del consumo de masas, etc.
Iñaki señala además que la actual crisis parcial del capitalismo “está inserta en un malestar creciente del sistema burgués, que es como uno de los temblores sísmicos que preceden al terremoto.”
El momento actual permite apreciar además el carácter parasitario de la burguesía y del propio sistema capitalista que pretende sostenerse sobre las bases de una economía ficticia, especulativa, deslindada de la economía real, lo que facilitó el surgimiento de las burbujas financieras. Las políticas neoliberales aceleraron este proceso. Osvaldo Martínez manifiesta que:
Con la opción del neoliberalismo como política económica predominante, el sector financiero y la especulación encuentran la fórmula ideal para sus intereses. La desregulación financiera se impuso y consistió esencialmente en eliminar toda regulación o restricción al libre movimiento del capital (en especial en forma financiera), incluyendo las regulaciones sobre seguridad y transparencia en las operaciones bancarias. Se inició una etapa en la que las regulaciones de la era keynesiana fueron barridas y se permitió la disminución de las reservas bancarias de garantía, la retirada de ciertos tipos de pasivos de los balances de las entidades financieras ocultando el verdadero estado de ellas, el funcionamiento de los paraísos fiscales, las abusivas acciones de las agencias calificadoras de riesgo y en consecuencia, la especulación desenfrenada con todo lo susceptible de rendir una ganancia apostando a un precio futuro en la economía de casino que domina el llamado mercado financiero globalizado y cuyo centro es la economía de Estados Unidos.
Los costos de la presente crisis no lo asumirán los capitalistas, sino la clase trabajadora. Los gobiernos de Europa han destinado 2,2 millones de millones de dólares para salvar a la banca. El gobierno de Bush ha otorgado 900 mil millones de dólares. Mientras cientos de miles de trabajadores norteamericanos pierden sus empleos, el gobierno acude a salvar, con los dineros de los contribuyentes, a los banqueros mafiosos. Al sistema le interesan los bancos, no las personas que han sido desahuciadas de sus hogares por no poder cubrir ni el pago de las casas, ni sus hipotecas.
Randy Alonso cuenta que “menos de una semana después de que el Tesoro rescató a la aseguradora AIG con 85 mil millones de dólares de los contribuyentes, los ejecutivos de la empresa se fueron a festejar a un exclusivo hotel de un balneario californiano, donde ocuparon 60 habitaciones. La cuenta de gastos sobrepasó los 400 mil dólares. Sin embargo, la Reserva Federal le acaba de otorgar otro préstamo de 38.7 mil millones de dólares.”
Para aquellos que viendo, no quieren ver, no hay, porque no puede haber, un capitalismo “con rostro humano”.

El método marxista y la praxis revolucionaria:

“El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico”, señaló Marx. Solo la práctica puede constituirse en criterio de verdad, expresó Lenin.
La explicación sobre la crisis que vive actualmente el capitalismo no puede partir de teorías metafísicas que imposibiliten la comprensión de la realidad como una totalidad en constante cambio, movimiento y transformación.
El marxismo, al contrario de las teorías burguesas que pretenden encontrar las causas de la presente crisis en elementos puramente subjetivos, hace un estudio minucioso de la realidad para lo cual utiliza conceptos y categorías de análisis que permiten entender las características esenciales del capitalismo y las razones que provocan las crisis.
En este estudio, por tanto, no se puede dejar de lado la explicación histórica de la explotación social en el capitalismo, cuya base está en la obtención de un plusvalor por medio de la apropiación del trabajo realizado por la clase obrera. Esto permite comprender dos cosas fundamentales: 1. El capitalista siempre busca obtener ganancias; y, 2. que esa ganancia la obtiene, precisamente, de la explotación de los trabajadores. No la obtiene del ahorro, ni de su propio esfuerzo, tal como lo señala Néstor Kohan.
Kohan explica que:
El capital no es una cosa, una suma de “factores de producción”, una sumatoria de máquinas y herramientas, una simple suma de dinero. El capital es una relación social de producción que relaciona en un polo a los dueños del dinero y de los medios de producción (previamente expropiados), y en el otro polo, a los trabajadores que son dueños sólo de sus cuerpos, de su capacidad de trabajar, de su fuerza de trabajo.
Esta es la razón por la cual será la clase obrera la que asuma los costos de esta nueva crisis. No los capitalistas.
Marcos Roitman Rosenmann dice:
No nos llamemos a engaños. Insuflar dinero a los grandes bancos y salir en defensa de sus consejeros y altos cargos es parte de una estrategia pendular. Cuando no resulta oportuno tejer con Hayek, se teje con Keynes. Unas veces desde la oferta y otras desde la demanda. Tanto monta, monta tanto. En cualquier caso, el resultado es el mismo. La relación capital-trabajo se asienta sobre la expropiación del excedente económico producido por el trabajador en condiciones de apropiación privada. Así, quienes pagan los platos rotos de esta estrategia son los de siempre. Las clases explotadas y oprimidas del campo y la ciudad. Salvar el orden económico, sin modificar su estructura y su organización, conlleva un aumento de la desigualdad social y la explotación.
Iñaki Gil de San Vicente manifiesta que frente a esta realidad una cuestión decisiva “es saber cómo impedir que la humanidad trabajadora pague los costos de la hecatombe, cómo lograr que el imperialismo no salga feliz, sonriente e impune, de la catástrofe que únicamente él está generando.” Lo que señala el marxista vasco implica la necesidad urgente de que los pueblos del mundo se organicen para realizar la revolución a escala planetaria como lo plantearan Marx, Engels, Lenin, Trotsky y el Che Guevara. El capitalismo no se cae, hay que tumbarlo, y esto sólo se logra a través de la lucha revolucionaria. Si esto no se lleva adelante, la humanidad corre el serio riesgo de enfrentarse a una contraofensiva reaccionaria, de corte fascistoide.
“Lo que ahora está en juego –dice Iñaki Gil de San Vicente- no es tanto una confirmación teórico-abstracta del marxismo, sino la demostración de que las izquierdas podemos orientar el creciente malestar popular hacia el socialismo, avanzar en el debilitamiento estructural de la dictadura del salario y de la mercancía, en el aumento del contrapoder popular hasta llegar a situaciones de poder obrero capaces de detener el avance del caos y reorientar la historia hacia la emancipación humana.”
No hay otra alternativa: o la lucha por el comunismo o el caos.

Dax Toscano en Pintxogorria | Para Kaos en la Red

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