Desalojo eucarístico

 

Una familia fue desalojada por la Acción Católica  “La Justicia no está de parte de la gente que no tienen donde vivir”. Isabel Barroso, presidenta de la Asociación de Vivienda Única, no ocultó su pesar por la situación que vivió la familia Báez. La dirigente dialogó con Radio Noticias desde la tranquera de la quinta que, hasta ayer, habitaban Ricardo Báez, su esposa Inés Guerra, la madre de esta (padecería una enfermedad terminal) y los cuatro hijos de la pareja, de 15, 17, 18 y 19 años.

 
 
La Pampa, 1 de setiembre de 2007 (Radio Noticias).- Mientras ella expelía su pena e indignación, en el interior del predio rural, los Báez, junto al abogado de Vivienda Única, Eduardo Fernández, veían esfumarse sus últimas esperanzas de evitar el desalojo. “Suspéndanlo por 30 días”, pidió el letrado. “Entonces, por cinco”, rogó. Pero no hubo caso, el patrocinante de la Acción Católica, Román Molín, y la jueza Fabiana Berardi, titular del Juzgado Civil 4, no retrocedieron ni un paso.
 
Afuera de la precaria vivienda, esperaba un camión con su enorme caja vacía esperando para realizar la mudanza forzosa de los desalojados. Minutos después, se le sumó una camioneta perteneciente a un flete. El paisaje se completaba con el oficial de Justicia y efectivos de la comisaría de Toay, por si la fuerza pública era necesaria para dar cumplimiento al mandato judicial. Barroso dijo que Molín también estaba en el lugar, aunque éste aseguró que siguió los sucesos desde su estudio jurídico, en esta ciudad.
 
Donación.
La casa donde residían los Báez está ubicada en la calle Pecho Colorado 1.800, en la localidad de Toay. Se trata de la zona de quintas, a unos dos mil metros del casco urbano del pueblo. Para ir desde Santa Rosa, basta con tomar la Avenida Perón y al llegar a la calle en cuestión tomar hacia la derecha. Tras el paso a nivel, hay que recorrer 500 metros para dar con el ingreso del predio.
El abogado Molín explicó en Radio Noticias que el propietario original del inmueble, lo donó con cargo a la Acción Católica. Es decir, que le cedió el predio pero con la condición de que este fuese utilizado con fines recreativos. Sin embargo, la propia institución consintió que los Báez se mudaran al lugar para trabajar en la cría de cerdos y realizar mejoras en la construcción que se erige en el lugar.
Guerra explicó en varias oportunidades que los problemas para ellos comenzaron cuando cambió la comisión directiva de AC. Entonces, los nuevos integrantes comenzaron a reclamar el desalojo del predio e iniciaron el juicio de desalojo en noviembre de 2005. “Cuando llegamos esto era una tapera. Ahora no es un palacio pero está mucho mejor”, había dicho la mujer el año pasado tras presentar una demanda contra AC y la CPE, luego que la primera de las entidades ordenara el corte del suministro de energía eléctrica para el inmueble.
A su vez, tanto ella como Barroso, acusaron al obispo Fidel Brédice de no haber mediado a favor de una solución para el problema habitacional de la familia. “La AC no fue cuando hubo reuniones de conciliación y en ningún momento hizo algo para darles la posibilidad de colocar a los animales en algún lugar. Nosotros les pedimos que dejen esto sin efecto y que el desalojo no sea la salida”, dijo la dirigenta.
 
Intemperie.
Cuando el desalojo era un hecho, sobre las 11 de la mañana de ayer. Guerra dialogó con Radio Noticias. “La mala predisposición de Molín deja mucho que desear y mucho más la AC, con todo lo que ellos representan”, se quejó. Anoche continuaba en la tranquera del predio, junto a su esposo y algunos de sus hijos. “Nos vamos a quedar en la calle. Eso es lo que pretenden, es lo que querían y acá nos quedaremos”, desafió. Al parecer planeaban guarecerse del frío invernal en el interior dos vehículos que les pertenecen y taibién habían sido retirados del predio.
Mientras tanto, una de sus hijas, una adolescente que padece diabetes, estaba internada en el hospital Segundo Taladriz, de Toay, tras una crisis derivada de la situación de tensión vivida durante el desalojo. “Está muy descompuesta. Tiene los valores de la glucemia muy altos”, explicó la madre.
El desalojo culminaría el lunes. Aun quedan en el lugar los cerdos que crían los Báez más algunas cañerías que corresponderían a los bebederos de los animales. Según Barroso, la Justicia solicitó a los fleteros que desmontaran esas estructuras pero estos se negaron a hacerlo. Los Báez habrían radicado una denuncia previendo que los cerdos también sean sacados a la calle sin guías, un hecho que configuraría una contravención, según explicaron.
“La contradicción de la Justicia es que, mientras la familia está en la calle, los cerdos permanecen en la quinta, custodiados por la Policía”, dijo la titular de Vivienda Unica.
 
 

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